Kai mató a Sebastian con un bic. Con tres puntos de apoyo, parecía un ente equilibrado. Lo sustituyó mientras dormíamos. Simplemente suplantó su personaje, se introdujo en su atributo. Se olvidó, eso sí, de eliminar bien las pruebas, dejando un rastro visible que convirtió al rey depuesto en protomártir. Usar el boli de punta fina contra el rotulador de trazo gordo y pesado tiene sus desventajas en manos de un asesino chapucero poco dado al detalle. El traidor magnicida, okupa insurrecto y subversivo, era, no obstante, hombre fuerte, tanto como indica su nombre, que empieza por K, la letra rebelde. Se concluyó entonces, a la vista de los indicios, que el móvil había sido la prepotencia y, sobre todo, la pura envidia.
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