No quiero obviar la ubicación en nuestro auditorio de los músicos, una "colocación vienesa" algo variada, con los contrabajos detrás de los violines primeros, el arpa detrás de los segundos y delante de los timbales, con la percusión centrada atrás y las trompas a la izquierda, trombones y tuba a la derecha, más trompetas de llaves en vez de pistones (de nuevo el gusto vienés) en el centro. La sonoridad conseguida resultó mucho más equilibrada para la dinámica y texturas mostradas en la tarde dominical.
El Concierto nº 1 para piano y orquesta en Mi menor, Op. 11 del polaco, con el croata de solista, era buena forma de comenzar, y mi oído aventuró ya en los primeros acordes orquestales, corroborado en la entrada del piano, que este Chopin iba a resultar algo más "calmado" que en otras versiones no muy lejanas del auditorio.
Y aunque pueda parecer que me ciega la pasión, por lo antes comentado sobre el marchamo mahleriano de director y orquesta, la Sinfonía nº 1 "Titán" en Re Mayor iba a ser realmente lo que quedaría en mi "consciente musical".
Ese inicio "Léntamente, arrastrándose" (Langsam, schleppend) parecía un índice de lo que vendría a continuación. Como apuntaba más arriba, creo que la colocación de los músicos resultó muy estudiada para lo mucho que debía tocarse. Los violines I y II tuvieron ese "protagonismo" tímbrico y de presencia mayor que con la colocación habitual, al menos con Mahler. La madera presentó sus credenciales en todos y cada uno de sus atriles. Los "bronces" no se amilanaron pero nunca llegaron a excesos sonoros. Las trompetas fuera de escena y sin ver al director, sonaron tan encajadas que me hicieron pensar en alguna cámara. Cuando volvieron simplemente ganamos color pero no necesariamente más volumen. Y la percusión avanzó la dualidad entre el subrayado y lo protagónico. Los comentarios del primer movimiento reflejan esa especie de índice que yo digo: "es como una caja de Pandora llena de sorpresas, desmesuras, incongruencias, cruces imposibles y mezclas sonoras nada convencionales". También comentaba que la orquesta ha modelado su propia sonoridad en cada una de sus secciones, consiguiendo transmitirnos el ámbito liederístico que flota en toda la sinfonía. Evidentemente el director, con la obra dominada y de memoria, tiene mucho que ver.
El länder del siguiente movimiento, "Poderoso, agitado" (Kräftig, beweget), resultó más de lo primero que de lo segundo, recordándome mucho la versión de Bernstein con los filarmónicos vieneses, que tengo cercana tras el visionado de su DVD "The little drummer boy" precisamente ensayando y comentando la Titán. Creo que la comparación (al menos el recuerdo) deja clara mi impresión de este segundo "round", tal vez menos rubato de lo esperado.
"Solemne y medido, sin retardarse" (Feierlich und gemessen, ohne zu schleppen) es lo que mejor define el tercer movimiento. Ese canon del Frère Jacques (Brother Peter, Lego Diego...) pasado a modo menor que arranca el contrabajo, ubicado además a nuestra izquierda, da paso al resto del "cortejo", y me pone la carne de gallina. Para mí estuvo "presente" mi añorado "Cuervito López" porque esta Titán la hubiese disfrutado como yo, y la "Marcha fúnebre a la manera de Callot" me evocó a este argentino que tanto escuchó y analizó la obra de Mahler. A raíz de ésto, quiero recordar el testigo recogido en el universo blogger por su amigo y colega Fernando G. Toledo desde su blog "Oído fino", que también adora, como sus colaboradores, al gran Gustav. Los cambios de tempo y el retorno de nuevo a esa paz liederística, funcionaron algo "cojos" pese a los deseos del británico, creo que iban "un poco por detrás" de sus indicaciones, pero se logró jugar con una tímbrica que remarcó el caracter deseado por el compositor bohemio.
El cuarto movimiento nos transporta como en una montaña rusa a velocidad de vértigo, "Atormentado, agitado" (Stürmich bewegt), de nuevo el desasosiego y la piel de gallina, las siete trompas en pie para mayor agitación también interior, dramatismo, tensiones, lucha, dolor y frustración pero con "final feliz", aún optimismo y triunfo que se tornarían totalmente opuestos en obras posteriores.
P.D.1: Críticas de Aurelio M. Seco en Codalario y de JOAQUÍN VALDEÓN en LNE del martes 2 de febrero.