Cada vez que se salta un tornillo, se cae un botón, se deshilacha una prenda o se inunda la cocina por culpa de una cañería deficiente o mal colocada (episodio que me ha tenido en vela esta noche y detonante para este post) en mi casa resumimos el tema con dos palabras: Good Quality. No hacen falta más.
-Mamá, se ha roto la cremallera del abrigo
-Good quality.
Son las dos palabras con que te machacan los vendedores para convencerte de que adquieras su producto: Buena calidad. Como en (previo a la rotura de la cremallera):
-¿Pero cómo va a costar un abrigo infantil 2.000 yuanes?
-Toque, toque. Es que este es “good quality”.
Si una cosa tengo clara tras esta temporada, además de que la comida china está sobrevalorada, es que la creencia de que los productos chinos son de mala calidad es, en fin, cierta. Si alguien duda (y haría bien, ya que no soy más que una recién llegada con unos cuantos prejuicios) sugiero la lectura de Poorly Made in China ("malamente hecho en China"; sin traducción al español), el libro del insider Paul Midler sobre la cantidad de problemas de calidad que presentan los productos fabricados en China. Es un mundo de picaresca que deja en ridículo a la del Lazarillo.
Recomiendo el volumen a un amigo muy cercano que trabaja para
una empresa de ingeniería española asociada con una de similares características
en China y, como respuesta, me envía esta foto:
Mi amigo se quedó tan atónito con el vehículo como con el embalaje a base de lo que parecen retales. Igualmente sorprendente es que no consiguiese recabar información clara de qué fue, en realidad, lo ocurrido, ni quién es responsable del desaguisado. Como denuncia Midler en su libro, los fabricantes pueden llegar a retorcer los hechos de tal manera que mi amigo teme que si sigue indagando terminarán por echarle a él la culpa.
Esta mañana, por cierto, el operario que vino a reparar mi piscina/cocina me preguntó, gesticulando con una enorme llave inglesa, si yo había golpeado la cañería. Pues claro, hombre, practico este deporte todas las mañanas, y luego me echo unos largos.