Revista Literatura

Malas primaveras

Publicado el 19 septiembre 2013 por Netomancia @netomancia
Lo mismo cada año. Se acerca la primavera y Jacinta quiere hacer el pic nic. Que la canasta, que el mantel, que no puede faltar la pasta frola, no olvidarse de los cubiertos... y cuando está todo cargado en el auto, ya en camino al parque se larga a llorar.
Entonces tenemos que pegar la vuelta, consolarla un buen rato, prometerle que no nos enojamos con ella y recién luego de eso, una vez que por el agotamiento queda rendida en la cama, nosotros volvemos a salir y nos vamos al río.
Allí casi en un pacto de silencio, dejamos de pensar un buen rato. Nos olvidamos de lo que sucede cada primavera. No vale la pena, no va a cambiar nada. Y todo por culpa de aquella vez, cuando éramos pequeños y el viejo se ahogó con una aceituna. Desde entonces, cada día es una tortura, un suplicio, porque Jacinta vive en estado depresivo, casi en un mundo paralelo. Solo cuando se acerca la primavera ella parece despertar, para luego caer otra vez en el mismo sopor.
Volvemos a la noche, abrimos despacio la puerta y nos decepcionamos como cada año. Ella sigue durmiendo. Más de uno de nosotros ha soñado con verla juntar coraje, levantarse en nuestra ausencia y colgarse de un tirante del techo. Pero eso nunca sucede. En casa, las primaveras son una mierda. Y lo seguirán siendo.

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