He dado una mordida a un perón y estaba amargo. Debí suponerlo al sentir que estaba duro. Hay otras sorpresas como ésta. La clásica es el trago confiado a la leche que ya está pasada, pero es casi igual de malo dar un trago confiado a un refresco que ya no tiene gas. En la lista puede incluirse también, la mordida al taco que incluye una semillita de limón que cayó junto con el juguito. Dios nos libre de estas sorpresitas.
Silvia Parque