A ratos me planteo si siento más repugnancia por lo que esos mal nacidos hicieron a esa pobre chica, que bien podría haber sido yo misma, mi hermana, una de mis amigas, mi vecina, o la chica con que me cruzo todas las mañanas cuando voy a trabajar, o si lo que me produce esa nausea incontenible es la reacción de condescendencia, o incluso de aprobación que algunas personas dejan entrever hacia ese comportamiento que nada tiene de humano.
Me siento egoísta por desearle el mal a alguien, pero, por otra parte, no puedo evitar el deseo de que les sodomicen una y mil veces. Como tampoco puedo evitar el deseo de un viaje atrás en el tiempo, para que se les degüelle y algún caballo les arrastre por rocas, desierto o hielo (tanto me da, siempre y cuando les duela). Lástima que este deseo sea irrealizable.
Y no sigo, porque sé que esto no va a servir de nada en absoluto. Esa chica, estigmatizada ya de por vida (lo de vida es un decir, claro, porque se la han arrebatado de cuajo), nunca volverá a ser la misma. Ella es quien habrá de ocultarse como una apestada o una delincuente de la peor estofa, mientras los cinco "hombretones", los cinco "machos ibéricos" seguirán pidiendo que no se difundan sus fotos. Y ¿lo peor de todo...? Algún juez les reirá el chiste.
¡Maldita la gracia! ¡Malditos sus nombres: Jose Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Jesús Escudero, Ángel Boza y Antonio Manuel Guerrero! ¡Maldita sea toda su estirpe! ¡Qué pena de Dios vengativo como el de las Siete Plagas de Egipto! Y que me perdone Dios, por mis palabras y por este post, porque ni me arrepiento de lo que digo en él, ni seré capaz como mujer, de perdonar a esos canallas. ¡Malditos sean!Te lo contó Sechat.