Quién iba a decirnos que en pleno siglo XXI volveríamos a comunicarnos otra vez con señales de humo... No se trata de una visión religiosa sobre la Tierra y sus poderes mentales. Nada de eso. Nosotros solos somos los emisores y receptores. Pero nos hacemos los suecos, miramos para otro lado. Para eso nos sirve el mapa político, para quedarnos tan tranquilos porque el humo viene de otra región, de otra provincia, de otra localidad... La globalización funciona muy bien para extender mercados y vender formas de vida. En el ámbito ético tendemos a reducir el horizonte a nuestro ombligo. Lo increíble es que no sepamos descifrar los mensajes que nosotros mismos nos enviamos. No hace falta ser expertos en lenguas muertas o en cibernética. Todos entendemos el lenguaje del humo.