Siempre me he cuestionado cómo surgen los recuerdos, cómo una acción o imagen que ya no existe en tu vida puede evocar millones de sentimientos al mismo tiempo, incluso opuestos. Siempre quise definir los recuerdos por aquello que me hicieron sentir, y la manera de sentirlos es muy distantes y próximos, a la vez. Querer huir de la propia realidad refugiándote en una acción del pasado que te hace sentir aún peor, en condiciones pésimas del presente; y, en el caso de ser tu mejor momento, recordar aquellos tiempo en dónde estabas mejor de ánimos, hundiéndote por unos instantes al recordar quién ya no forma parte de tu vida y lo fue todo en un tiempo anterior.
Esas alas rotas que nunca volverán a crecer con el fin de hacerte volar, por muchas veces que las intentes reparar. Volver a sentir, y sólo pensar en una imagen que te hace morir de pena al no ver la sonrisa de un niño dibujada en sus labios, sin pensar que dicha imagen corresponde a tu pasado. Momentos fugaces, y eternos.Un recuerdo nace y, al segundo, muere. No es una contradicción, es una realidad; en este caso, lejana al tiempo en el que se vive. A su vez, los límites del recuerdo sólo los determina la conciencia de los sueños, manteniendo la cordura al margen del error.
Una posible definición de los recuerdos es la variación del tiempo en cuanto a las imágenes filtradas de nuestro pasado percibidas desde un ángulo totalmente distinto al vivido. Tu manera de pensar es distinta a la imagen que das cuando la viviste. Los recuerdos pueden romperse, pero nunca hilarse. Es decir, suceden cronológicamente y, por mucho que olvides la mayoría de ellos, siempre estarán ahí.
También se da el caso de estar paseando a altas horas de la madrugada, solos, de camino a casa y sin haber ningún alma por la calle escuchas un ruido crujiente de una de las hojas caídas de los árboles que están a medio metro de ti y, con la intuición correcta te vas corriendo a tu portal, abres la puerta de tu casa y en el momento de haber apagado la luz para dormir empiezas a pensar en la otra posible realidad que podía haber sucedido.
Recordar es vivir dos veces, y soñar vivir eternamente.Interpretar la piel de un personaje en donde precisamente el personaje es ser uno mismo pero sin llegar a serlo. Sentir el aire ajeno en boca propia, y vivir alejados de la propia realidad. Aún sabiendo que ésta, ya es una realidad paralela al presente.
Al dormir, no siempre piensas y proyectas el mismo sueño. Soñar es vivir tus propios deseos desde una realidad ajena, y bonita; en donde protagonizas tu propia visión y, por consiguiente, lo que deseas en ese preciso momento de la vida. La manera de soñar determinarán tus formas de percibir lo real e irracional, e incluso tus movimientos la visión que tienes de concebir el mundo.