Conforme B crece, hago de bruja con mayor frecuencia. Ahora me ha dado por hacer que ponga las cosas en su lugar.Ya teníamos suficiente con mi empeño en que vaya a comer cuando la llamo y no suba los pies a la mesa. Sin contar con que hace semanas, restrinjo la leche del mediodía -¡la leche!-. Y hay que ver cuando le humedezco el cabello para peinarla...
Cada asunto tiene sus asegunes. Lo de humedecerle el cabello, por ejemplo, sí me causa conflicto porque de verdad no le gusta y bien podría conformarme con lo que logre hacer con su cabello seco... Creo que ahí estoy abusando y ya que lo escribo, veré qué hago al respecto. Pero ese no es el punto. El punto es que me convierto en bruja. Y ella no parece tener problema conmigo.
Me ama.
Ni siquiera se enoja conmigo.
Sé que un día, cuando tenga trece años, tal vez desde antes, va a ser diferente. Es tan bonito que ahora sea así.
Silvia Parque