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Mamá, papá y la traducción

Publicado el 29 marzo 2012 por Ismaelpardo @ismael_pardo
Cuando estamos en esa edad en la que nos creemos capaces de todo, hay una zona en la cabeza de nuestros padres en donde está la paciencia, que se pone enorme. Por necesidad. Más que nada porque venimos con sueños y aspiraciones nuevas cada vez que venimos de clase.
En esa época, en la que la mayoría de nuestros pensamientos empiezan con los típicos «cuando cumpla los dieciocho…» y «en cuanto salga de la universidad…», no tenemos nada claro, aunque ni siquiera nos damos cuenta de que nos estamos mareando a nosotros mismos. Como ya creo que dije en una ocasión, en esa época en la que vemos muchísimos «futuros alternativos» (y lo peor es que todos nos parecen factibles) yo quería estudiar Psicología, aunque, de hecho, los idiomas siempre fueron una vía alternativa bastante buena a mi parecer.
De todas maneras, acabé estudiando Traducción e Interpretación, como bien sabéis. Ya han pasado cinco años desde el día en el que decidí que los idiomas serían mi futuro profesional. Y la verdad es que mis padres, cargados de paciencia, como ya os dije, supieron llevar bien que quisiera dedicarme a esto, después de no solo haber querido estudiar Psicología, sino también haber planeado —brevemente— estudiar Derecho, Turismo y Filología.
La cuestión es que, aunque ambos me apoyaron, las reacciones fueron diferentes. Empezaré por mi padre. La verdad es que no sabía cómo se lo iba a tomar, puesto que: primero, él no sabe mucho del tema de los estudios en general (ni le interesa demasiado, a decir verdad); y segundo, él es el típico que, como no entiende, empieza a cerrarse en banda y no quiere escuchar.
La situación se tensó más cuando nuestra relación, nunca demasiado buena, se enfrió cuando empezó a irse al extranjero a trabajar y llegaba el fin de semana. La historia continuó cuando tuve que decirle que quería dedicarme a la Traducción y a la Interpretación. Él, ni corto ni perezoso, me preguntó que qué era eso y que si de verdad tenía futuro.
Al explicarle que el asunto iba relacionado con los idiomas, los ojos se le pusieron como platos. Esperando una mala contestación de él o una cara de «no-convencimiento», la reacción fue totalmente la contraria. Después de un «Yo, en esas cosas, mejor que no me meta», siguió un «los idiomas son el futuro». Eso sí, tuve que quitarle de la cabeza los conceptos tan borrosos que tenía con ejemplos de traducción e interpretación (que bien podría haber sido mi padre una de las tan famosas señoras que se creen que estudiamos para ser actores): «La traducción es cuando se traduce un texto escrito, por ejemplo, cuando un libro está en inglés y se “pasa” al español; la interpretación es cuando la traducción es lo mismo, pero oralmente».
Con mi madre hubo menos problemas, incluso. Y lo mejor de todo: menos incertidumbre. Mi madre me ha apoyado en todo y ha vivido conmigo muchísimas cosas. Cuando decidí estudiar Traducción, la verdad es que no le sorprendió: ella sabía mejor que nadie lo bien que se me daban los idiomas y dedicarme a ello no sería tan raro, a fin de cuentas.
Cómo ha afectado mi carrera a mis padres es lo que más me impresionó. Resulta que soy una persona a la que le encanta compartir lo que sabe y lo que tiene y que mis padres se interesen por mi carrera, por mi futuro profesional y por demás temas relacionados con mi (futura) profesión es algo que me emociona y me llena de orgullo (y satisfacción, ¿por qué no?).
A mi padre lo que le ha hecho es abrirle un poco los ojos en el tema de la traducción y de la perseverancia que hay que tener en este mundo (aunque no solo en este campo). Además, no solo sigue pensando que los idiomas siguen siendo una buena salida profesional, sino también personal, porque cree que voy a estar en contacto con muchas culturas una vez me dedique a esto.
Con mi madre ha sido incluso mejor. Como mi padre, cree que los idiomas son una buena salida profesional y cree que no tendré problema en cuanto al contacto intercultural. Además, esto de que esté siempre con una lengua que no es la mía (no pensemos mal, por favor) le ha hecho pensar en si ella también debería estudiar algún idioma.
Soy una persona bastante familiar y que mi familia me apoye en todo momento es algo con lo que me encanta vivir, sinceramente. Y no solo con los éxitos, sino también con los fracasos o con los tropiezos. Desde aquí me gustaría agradecer todo lo que han ello por mí, tanto mis padres como mi familia en general.
Hasta aquí mi entrada de hoy. La verdad es que no sé qué os ha parecido o si os habéis visto identificados, pero aquí está. La pregunta es obvia: ¿qué reacción tuvieron vuestros padres al decirles que os queríais dedicar a la traducción? ¡Un saludo desde Málaga al mundo!

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