Hablar de Silvia Abril es hacerlo de una actriz que lleva décadas en esto y que parece olvidar sus inicios en La Cubana en lo que respecta a frescura y comicidad. Ahora parece vivir casi en un mundo paralelo que rellena con mucho entusiasmo y retranca, pero que no siempre consigue conectar con la gente. Hay una sensación permanente de pensar que te está vendiendo algo y esto genera una sensación algo negativa.
La serie presenta a la protagonista como mediadora de herencias. Cada caso la convierte casi en una Sherlock Holmes que mira a cámara y que tiene momentos casi calcados a los que te venden cursos en Internet. Entendemos que es el personaje, pero si no fuera por los geniales Pablo Capuz, Mona Martínez y Clara Sans la serie haría aguas por todas partes.
El trabajo de los actores, especialmente el de Martínez y Capuz, nos parece de altísimo nivel y Abril también encaja muy bien con ellos. Sin embargo, hay capítulos en los que la simplicidad aburre, especialmente en los dos últimos, y que no mantienen el nivel. Si hay segunda temporada, ya veremos cómo se desarrolla. De momento, es una serie para pasar el rato y poco más.