Vuelvo a retomar la sección del "Personaje del mes" . Desde el verano pasado había prometido a Mamerto traerle a mi rincón, pues da la casualidad que estaba presente cuando estaba entrevistando a Procopio que también conté su historia no hace mucho. El largo invierno y la pereza, han retardado la publicación, pero por fin, hoy puedo mostraros una semblanza de su vida.
Mamerto Fernandez Fraile, nació en Guardo, el dia 24 de Enero de 1927. Tiene en la actualidad, 86 años.
Su padre se llamaba, Segundo Fernandez Alonso, natural de Guardo y era labrador. Su madre se llamaba Gregoria Fraile Ibañez y era de Velilla del Río Carrión.
Tuvo dos hermanas mayores que él. Segunda a la izquierda de la foto,y Ana Maria a la derecha. Me cuenta divertido que al ser el más pequeño, sus hermanas siempre le mandaban, y siempre quiso tener un hermano más pequeño para poder mandarle él.
Mamerto, es la memoria viva de la historia de Guardo. Ha sido para mi un auténtico placer visitarle en su casa, y curiosear los tesoros de sus viejas fotografías. Tiene una memoria prodigiosa y una conversación muy amena.
Se casó el 29 de Mayo del año 1954 con Maria Luisa Muñiz Fernandez, una mujer muy guapa a la que conquistó con su simpatía y su elegancia . Maria Luisa, era asturiana, hija de un vigilante de minas y llegó a Guardo en pañales, me cuenta divertido.
Tuvieron tres hijos, Jose Ramón, Marisa, y Carlos. Se les puede ver en la foto de la época, dándose un paseo.
Su vida laboral comenzó muy temprano como ocurría con la mayoría de jóvenes, apenas adolescentes, recién terminada la escuela. Me cuenta que llevaba pantalones cortos todavía cuando comenzó a trabajar en el año 43 en Antracitas de Velilla envasando carbón vegetal para los gasógenos.
Poco después,se puso a trabajar en la Empresa San Luis en la oficina y en el Economato.
Cada empresa minera tenía un Economato Minero donde te racionaban las cantidades de alimentos de primera necesidad que daba el gobierno.
Cada familia tenia una cartilla, y les entregaban una hoja con las cantidades asignadas para el mes.
Era el encargado de recoger las cartillas por riguroso orden de llegada.Me cuenta divertido, que cuando alguna ama de casa pretendía colarse delante de otra, se montaba una pelea con tirones de pelo incluidos.
Mientras me cuenta su historia, mis ojos se posan una vez mas en sus viejas fotografías, y saboreo instantes de una época gracias a esos documentos gráficos que cuidadosamente guarda.
En el año 49, se fue a Navarra a hacer el Servicio Militar. Pasó hambre. Comió muchas patatas y garbanzos "lavados" dice sonriendo con complicidad.
En ese año se casó la hija de Franco y dice que quizá influyó en la decisión de acortar la milicia en 16 meses en vez de dos años como era lo habitual,como medida de gracia de su padre el Generalísimo.
Después de la mili, trabajó en el catrástro de fincas e hizo de ayudante de cartero con Silvano, mutilado de guerra. En aquella época, era muy difícil repartir la correspondencia. No había calles con nombre.La cartas venían con un nombre y apellido y había que buscar a la persona por el pueblo.
También trabajó once años, en la Ferretaria de la Viuda de Joaquin Baños . Joaquin hijo, fue su padrino de bodas .Estuvo trabajando también en "Macoifer" otra ferretería de entonces.
Mamerto, es un hombre conocido y querido por todos. Pero su seña de identidad mas conocida es la de haber estado durante cuarenta y tres años subastando las imágenes de la Semana Santa, conservando una tradición heredada de su padre.
D.Juan Martin, cura párroco en el año 1916, la instituyo. Dado que los mozos se entretenían en peleas y rencillas por sacar a hombros las imágenes sagradas, decidió hacer una subasta pública y el grupo que pujara mas alto, tendría ese honor.
La voz potente de Mamerto desde el pórtico de la iglesia, se escuchaba proclamando " ¿ Cuanto dan por la Soledad?
Fueron muchos los años que estuvo "vendiendo a Cristo" me cuenta divertido.
Mientras me habla de aquella época, se emociona levemente. Nunca cobró nada por ese trabajo,lo hizo por amor al pueblo.
En el año 1946, la tarde del Viernes Santo, en la Procesión del Silencio, tuvo lugar el mayor postor por el paso de la Virgen de la Soledad. Dos mil pesetas de la época, toda una fortuna. Con enorme algarabía y expectación, el público aplaudió la subasta y parecía que se iba a caer la torre de la iglesia de emoción.
Con el dinero recaudado, se pagaba al predicador y se hacían pequeños arreglos en la iglesia. El Jueves Santo, el párroco, invitaba a las autoridades, a la guardia civil, al coro, a un pequeño refrigerio. El Viernes Santo, lo hacía el Ayuntamiento.
Han pasado dos horas y media de conversación con él, y se me ha hecho muy corto el tiempo. Vuelve con sus recuerdos de infancia, y me cuenta una anécdota del año 1931 en que celebraban la Segunda República. Era un niño que no iba todavía a la escuela,pero se enteró que daban a los alumnos para festejar la fiesta, un paquete de caramelos. Y allí se presentó de la mano de su prima Pascuala en busca de un paquete. El maestro, que era vecino,les dio doble ración. Dos paquetes a cada uno. Debió de saborear la felicidad en aquel instante de manera muy especial, porque todavía hoy lo recuerda emocionado y agradecido.
Recuerda los años de la guerra. La Revolución de Octubre del 1934. Mataron al cura de Muñeca, un pueblo vecino, y a un guardia civil en lo Alto el Puerto. Quemaron el Cuartel de la Guardia Civil. De estos lodos, prendió la chispa de la guerra civil.
En 1966, empezó a trabajar en Explosivos. Una fábrica de ácidos que se instala en el pueblo.
Mas tarde, desmantelan la fábrica por falta de productividad, dicen, trasladándola a Tarragona. Mamerto, me cuenta que todo era una falsa mentira. Les obligan a jubilarse y empieza para Mamerto una nueva etapa.
Con la llegada de la jubilación, se dedica a disfrutar de la vida familiar. Paseos, blancos al medio día, vinitos por la tarde...
Maria Luisa, le acompaña como siempre. Hasta que fallece, y se queda viudo con 83 años.
En esta casa llena de recuerdos, donde he compartido un poco de su intimidad en esta tarde calurosa de verano, puedo percibir su recuerdo.
Me despido de mi amigo Mamerto y le agradezco una vez más la atención que me me ha brindado. Fuera, brilla el sol aun con fuerza, como la vida sencilla y heroica de Mamerto.