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Mañanas que matan

Publicado el 18 diciembre 2013 por Esthercollado
Salir a la calle con un niño siempre es un reto. Se te escapa, no te da la mano, quizás te monta el númerito en medio de la calle porque no le has comprado los cromos que él quería... Pues salir con cuatro ya ni te cuento.
Todas las santas mañanas seguimos el mismo ritual. A Sofía la meto en el cochecito la primera. Se queda dormida sólo sentarla en la sillita, un gozo. Seguidamente meto a Mateo en el carrito (es un Bugaboo Donkey, para que os hagáis una idea). Lo siento aun medio dormido y tarea finiquitada.
En este momento me da por pensar que ya tengo el trabajo medio hecho, ¿qué puede salir mal? Llevo 2 de 4, perfecto.
Entonces preparo a Gonzalo y a Jimena, les pongo el abrigo y hago que cada uno se agarre a un lado del carrito. Todo perfecto, pienso que esta mañana va a ser mi mañana, niños medio dormidos, pacíficos, sin muestras de revolución inminente... ¡¡¡¡He triunfado!!!!.
Salimos a la calle y entonces me acuerdo que yo no me he puesto el abrigo, coño, ¡¡¡que frío!!! Volvemos a subir para buscar mi abrigo y volvemos a bajar. Mierda, se han despertado un poco entre tanto subir y bajar en el ascensor pero bueno, paciencia, de momento siguen adormilados.
Seguimos sin pensar, ponemos el pie en la calle y... Gonzalo se pone a correr hacía el cruce sin control chillando algo así como <<¡¡¡¡cole caca, no quiero ir al cole, cole malo!!!!>>. Jimena, por su parte, se pone a llorar porque no quiere caminar. Le digo que es mayor y que tiene que ir andando pero por un oído le entra y por el otro le sale, chilla y llora, chilla y llora... Mi cabeza esta apunto de estallar.
Entre tanto chillido de Jimena y los míos llamando a Gonzalo para que no cruce la calle, Mateo se despierta. Se pone a llorar porque se da cuenta que no estamos en casa, que va a la guardería y no le hace ni un pelo de gracia aun. Dos llorando y dos chillando.
Llegamos al colegio y por fin dejo a Gonzalo y a Jimena. Se acaban los correteos y los lloros. Ahora sólo queda Mateo. Llegamos a la guardería y Mateo se pone a llorar, cosa que hace que Sofia se despierte por completo y empiece a llorar ella también. ¡Suerte que iba a ser mi mañana!
Dejo a Mateo entre llantos y patadas a su maestra y me encuentro a la mamá de uno de los compis de Mateo. Me dice que tengo cara de cansada y me obligo a decirle que no he dormido bien... Realmente he dormido de puta madre, sólo que estas mañanas... me matan.

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