Todas las santas mañanas seguimos el mismo ritual. A Sofía la meto en el cochecito la primera. Se queda dormida sólo sentarla en la sillita, un gozo. Seguidamente meto a Mateo en el carrito (es un Bugaboo Donkey, para que os hagáis una idea). Lo siento aun medio dormido y tarea finiquitada.
En este momento me da por pensar que ya tengo el trabajo medio hecho, ¿qué puede salir mal? Llevo 2 de 4, perfecto.
Entonces preparo a Gonzalo y a Jimena, les pongo el abrigo y hago que cada uno se agarre a un lado del carrito. Todo perfecto, pienso que esta mañana va a ser mi mañana, niños medio dormidos, pacíficos, sin muestras de revolución inminente... ¡¡¡¡He triunfado!!!!.
Salimos a la calle y entonces me acuerdo que yo no me he puesto el abrigo,
Seguimos sin pensar, ponemos el pie en la calle y... Gonzalo se pone a correr hacía el cruce sin control chillando algo así como <<¡¡¡¡cole caca, no quiero ir al cole, cole malo!!!!>>. Jimena, por su parte, se pone a llorar porque no quiere caminar. Le digo que es mayor y que tiene que ir andando pero por un oído le entra y por el otro le sale, chilla y llora, chilla y llora... Mi cabeza esta apunto de estallar.
Entre tanto chillido de Jimena y los míos llamando a Gonzalo para que no cruce la calle, Mateo se despierta. Se pone a llorar porque se da cuenta que no estamos en casa, que va a la guardería y no le hace ni un pelo de gracia aun. Dos llorando y dos chillando.
Llegamos al colegio y por fin dejo a Gonzalo y a Jimena. Se acaban los correteos y los lloros. Ahora sólo queda Mateo. Llegamos a la guardería y Mateo se pone a llorar, cosa que hace que Sofia se despierte por completo y empiece a llorar ella también. ¡Suerte que iba a ser mi mañana!
Dejo a Mateo entre llantos y patadas a su maestra y me encuentro a la mamá de uno de los compis de Mateo. Me dice que tengo cara de cansada y me obligo a decirle que no he dormido bien... Realmente he dormido de