Durante los días que pasé en mi pueblo, estuve reflexionando sobre cómo manejar la (in)visibilidad con mi familia. Y aunque no he llegado a ninguna conclusión definitiva, sí que conseguí dar forma a algunos pensamientos.
En primer lugar, una obviedad: la familia extensa puede ser muy extensa. Y, consecuentemente, heterogénea. Así que, para lidiar con ella es importante fragmentarla en pequeños grupos. No es lo mismo plantearse una salida del armario con personas mayores, que con gente de menor edad o de edad similar a la mía. No es lo mismo la familia que vive en un pueblo del que apenas sale, que la que se ha criado en la ciudad o incluso quienes han pasado parte de su vida en otros países. Y, por supuesto, siempre hay que dar cabida a las individualidades: porque puede haber sorpresas, para bien y para mal.
Por otro lado, creo que es importante analizar el tipo de relación que se tiene con esta familia. Si mantenemos una relación directa, no importa lo alejados que se encuentren nuestros lazos en el árbol genealógico: es más fácil hablar con franqueza o simplemente provocar la sospecha. Sin embargo, muchas de las relaciones que se mantienen con la familia extensa son relaciones mediadas: siempre nos vemos, hablamos y compartimos momentos con otras personas delante, o al menos a través de ellas. En mi caso particular, la mayor parte de las relaciones con mi familia extensa están mediadas por mis padres. ¿Puedo entonces actuar abiertamente a pesar de ello?
Esa es la tercera cuestión que me he planteado. ¿Quién debe salir del armario? Hace ya muchos años que yo les dije a mis padres que salía con mi novia. En todo este tiempo, y hasta donde yo sé, han procurado ocultárselo al resto de la familia. ¿Debo yo pasar por alto esta decisión y salir del armario con aquellas personas que creen que vivo con una amiga? ¿Es trabajo de mis padres retractarse de su mentira y atreverse a decir la verdad? Supongo que no hay una única respuesta a estas preguntas, y que la respuesta dependerá de la situación de cada cual. En mi caso concreto, mis padres tomaron la decisión de mentir por mí, procuraron imponérmela de manera explícita y yo no me resistí.
Así que ahora, si ellos no cambian de opinión y yo deseo salir del armario con el resto de mi familia, debería reclamar mi poder. En este caso, ¿estoy dispuesta a asumir el conflicto que, irremediablemente, se va a crear? Y por otro lado, ¿es esta la única solución? ¿Existe la posibilidad de ayudar a mis padres a aceptar la situación y que sean ellos mismos los que decidan salir del armario? Al fin y al cabo, muchos padres de hijos homosexuales los cuidan, protegen y apoyan frente al resto de la familia. ¿Podrían mis padres llegar a convertirse en algo parecido? ¿Llegarían a apoyar, al menos, alguna de mis salidas del armario?
Y finalmente, ¿es la salida del armario la única estrategia para manejar la (in)visibilidad? Muchas parejas de mujeres nunca han hecho explícita su relación, y no por ello han dejado de participar en la vida familiar. ¿Se desvirtúan siempre las relaciones al hacerlo así? Yo creo que no. Aunque es difícil discernir cuándo, a veces es la única solución. Con el tiempo van comprendiendo lo que ocurre, sin nombrarlo. ¿Es esa la vida que deseo para mí? No es la ideal, desde luego, pero durante un tiempo podría funcionar con algunas personas de mi familia, y me ayudaría a visibilizar la relación que mantengo con mi novia, que para la mayoría simplemente no existe.
Lo que sí tengo claro es que manejar la (in)visibilidad familiar es un asunto complejo y que las recetas válidas para todos y políticamente correctas en la vida real resultan estúpidas. Igual que no hay una única forma de vivir el lesbianismo, tampoco la hay de gestionarlo ni de hacerlo visible.
Encantada de seguir avanzando.