"Babilonia y Nínive eran de ladrillo. Toda Atenas era de doradas columnas de mármol. Roma reposaba en anchos arcos de mampostería. En Constantinopla los minaretes llamean como enormes cirios en torno del Cuerno de Oro... Acero, vidrio, baldosas, hormigón, serán los materiales de los rascacielos. Apilados en la estrecha isla, edificios de mil ventanas surgirán resplandecientes, pirámide sobre pirámide, blancas nubes encima de la tormenta."
En 1925, Dos Passos publicó la novela Manhattan Transfer, convirtiéndose rápidamente, especialmente por su estilo, en un hito no sólo de la literatura estadounidense sino también de la literatura universal.
Manhattan Transfer está escrita como un mosaico por el que desfilan decenas de personajes. Actrices de Broadway, abogados, contables, periodistas... Nuevos profesionales de una sociedad también nueva, que emerge, a velocidad de vértigo, en el Nueva York de principios del siglo XX.
Una amalgama de breves relatos, en cierto modo inconexos, pero que en su conjunto consiguen una fiel descripción de la sociedad neoyorquina de la época.
Una novela cercana a Manhattan Transfer, en cuanto a la técnica narrativa utilizada, es Tirano Banderas (1926), de Valle-Inclán. No en vano, ambos autores coincidieron en Madrid (también con Juan Ramón Jiménez) y frecuentaron juntos los cafés literarios de la capital, durante la temporada que, entre 1916 y 1917, Dos Passos pasó en España estudiando español.
También La Colmena (1951), de Camilo José Cela, se ve influenciada por la yustaposición de historias de decenas de personajes, la simultaneidad temporal o la descripción fílmica, conformando un mosaico de la sociedad madrileña de posguerra.
Dos Passos fue miembro de la llamada Generación Perdida, donde también se incluyen autores como Hemingway o Scott Fitzgerald. Su estilo se encuadra dentro del Realismo de la Escuela de Chicago, el cual desmitifica el sueño americano desde una gradación expresionista, de forma pesimista y desilusionada.