El jefe de Estado, con la fortuna de haber inaugurado un nuevo estilo de gobernar, caracterizado sobre todo por su compenetración horizontal y fluida con los sectores más empobrecidos de la República Dominicana, estaría en lo adelante en la disyuntiva de provocar que todos los funcionarios del tren gubernamental asimilen su estilo, o por el contrario arriesgarse a perder gradualmente parte de la percepción favorable con que el pueblo lo ha premiado.
La popularidad de Danilo, que sobrepasa el 80% conforme a los últimos sondeos, se arriesgaría a ser insostenible en el tiempo, si a partir de este 27 de febrero no pasa a otra etapa consistente en un afincamiento de su propuesta de gobierno ético y de inclusión social , lo cual implicaría nuevas designaciones y un cambio de mística en el manejo de las instituciones estatales que corte en un antes y después la historia dominicana.
No obstante, más que una cuestión de percepción de imagen el compromiso esencial de Medina es el de redimir y sacar de la miseria a la nación dominicana, bajo la guía del pensamiento de su mentor el profesor Juan Bosch y del padre de la Patria Juan Pablo Duarte, para lo cual tendría que sustituir el motor de arranque del gobierno, cambiar la carrocería y poner a andar el tren de las transformaciones sociales y económicas que exige el país.
Una vez más, Manos a la Obra, Señor Presidente.
Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana.