Soy real en un universo irreal. Soy humano en un mundo creado para máquinas. Porque ESTO y no otra cosa son los auténticos Juegos del hambre. O matas o te hunden. Puede que penséis que nunca llegaremos a ser ese mundo mecánico y automático del que hablan películas, libros y series, algo futurístico y distante. Por eso es importante saber que el futuro ha llegado. El presente es en sí mismo distópico. Oyes hablar de un mundo lejano donde la gente sufre, sus gobiernos autoritarios y corruptos les privan de sus derechos. ¿Y donde lo oyes? En la pantalla. En cualquiera de ellas. La metáfora del espejo negro que nos devuelve nuestro reflejo oscuro antes de encenderse y enchufarnos con esa pseudo-realidad perfecta, abstracta y vacía que estamos empezando a apreciar más que el aire. Y, ¿qué hacemos nosotros para revelarnos contra ese problema, en ese país subdesarrollado y mísero (llamémoslo Narnia)? Lo difundimos. Lo twitteamos con el hashtag #RevoluciónNarniana y clavamos puñales de indignación en la llamada red. Hasta ahí llega nuestra fuerza.
Nuestra vida huele a “Black Mirror”. Más bien apesta. Antes pensaba que Black Mirror era una serie futurista y lejana. Una barbaridad genial que nunca sucedería. Obviamente me equivocaba. “Da la impresión de que la mitad de las cosas que contamos en la primera temporada de ‘Black Mirror’ están pasando. Hay prisioneros en cárceles brasileñas montando en bicicleta estática para conseguir la reducción de la pena [similar al episodio '15 millones de méritos'] y Google Glass es prácticamente un incumplimiento del ‘copyright’ de ‘Tu historia completa’. Afortunadamente, de momento nadie ha hecho un chantaje vejatorio con cerdo incluido [punto de partida de 'El himno nacional', con el 'premier' británico en la trama]. De todas formas, si las historias de la segunda temporada empiezan a pasar, entonces sí que estaremos en peligro”, afirma Charlie Brooker el creador de la serie.
Pero, ¿tiene razón Brooker al afirmar que las historias de la segunda temporada no están pasando? No os voy a contar mucho sobre la trama de los capítulos, porque cuanto menos sepas, más te sorprende. Pero, ¿acaso no tenemos líderes políticos más ineptos que un muñeco de la televisión? ¿No hay ya robots virtuales capaces de recrear a la perfección una conversación humana real?
Black Mirror es una bofetada en la cara. Una bofeteada que hace que te plantees y replantees muchas preguntas de las que creías conocer la respuesta. ¿Qué es real?¿Cómo se ha de castigar a un criminal? ¿Hasta qué punto podremos llegar si seguimos así?¿Es la apatía un delito?
Y hablando en nombre de toda la humanidad (tengo complejo de superioridad) afirmo que deberíamos devolvérsela. Sólo hay que pensar el cómo. De momento me conformo con que veáis esta bofetada, que seguro que no os dejará indiferentes. No sólo por la realización, el increíble montaje, las acertadas actuaciones del reparto, el magnífico guión… sino porque irónicamente, la serie consigue romper e ir más allá del espejo negro que tanto critica.