Bibliometro S07E06. Tenía este libro del británico Ian McEwan entre mi listado de interés pero por puro descarte lo pedí prestado en esta ocasión, un poco por frustración también, el cuento de nunca acabar: que no estén los libros que en la web dice que están, y yo de repente me veo en la necesidad de improvisar, recordar qué libro hay en esa sucursal en particular, ajustar la vista, ojear los lomos, encontrar algún título o algún nombre que me saque del apuro... Y en esta ocasión fue Máquinas como yo, y por qué no, hace poco leíamos Klara y el sol, de Kazuo Ishiguro, que también contaba una historia sobre androides, humanos e inteligencia artificial. Así que démosle.
Me ha gustado Máquinas como yo, me ha sorprendido gratamente. Por supuesto que no desconfiaba de la reputación de McEwan, simplemente desconfiaba de la recepción que yo le daría a algún libro suyo. ¿Por qué? No lo sé, si lo supiera no hubiera desconfiado en primer lugar, pero oigan, siempre es agradable cuando las cosas te sorprenden.Lo primero que puede decirse de Máquinas como yo, y quizás de Ian McEwan como escritor, es su excelente habilidad para hacer legible y sencillo lo que en otras manos podría resultar difícil, denso, estomagante. Sabemos que escribir complicadamente es un tentador arte para mucha gente, sobre todo cuando se trata de escribir sobre temas técnicos o teóricos, pero en este caso McEwan logra que todo el asunto de las ciencias y la electrónica (entre otras áreas) se entiendan como si nos estuviera hablando de recetas de cocina, simplificando el contenido sin que este pierda por eso sus matices y complejidades, y sin que el estilo, por cierto, tampoco carezca de lustre, porque esta novela está muy bien escrita, demonios, es todo un placer sumergirse en sus letras. Es un estilo erudito que no teme adentrarse en las sinuosidades del comportamiento humano o de las distintas áreas del conocimiento, que no teme en expresar ideas que requieren reflexión activa e invitan a prestar más atención aún a sus múltiples capas. Tampoco es que estemos ante un tratado filosófico ni nada por el estilo, pero si leen este libro podrán fijarse que McEwan no sólo describe acciones o transmite los sentimientos y pensamientos de los personajes, o diserta sobre la robótica o la ética o las intermitencias políticas, sino que también escribe estimulantes cavilaciones y reflexiones en torno a temas candentes y vigentes, no sólo exponiendo detalles técnicos sino que explorando en las numerosas implicaciones que tales asuntos y discusiones puedan tener en la psiquis de sociedades e individuos, a niveles morales, psicológicos, incluso espirituales. Esta es la historia del protagonista, claro, pero no es sólo él quien se ve afectado por las nuevas tecnologías: McEwan, de manera paralela y casi invisible, cuenta la historia de una nación igual al borde del caos, o del planeta entero perdido en una maraña de significados y potencialidades.Ahora bien, ¿más o menos de qué trata Máquinas como yo? Primero que todo, estamos en una ucronía: la Inglaterra (y el mundo, por extensión) de los años ochenta, pero con todos los Beatles vivos, por ejemplo, Turing todavía trabajando en sus avances, las Malvinas ganadas por una Argentina bajo una dictadura que debido a esa victoria se va a perpetuar en el poder, y, básicamente, todos los avances que vemos hoy (y varios más) ya presentes en esa aciaga década: internet, teléfonos móviles, etc. Y varios más, como dije. Lo más importante: la salida al mercado de androides casi perfectamente humanos. El protagonista es un solitario hombre que conoce y sabe bastante sobre el tema que decide comprar un Adán; que va a iniciar algo con una vecina diez años más joven; y todo lo que sigue después, el androide ya insertado en sus rutinas.Y no es necesario entrar en tantos detalles porque creo que ya se imaginarán por dónde irán los tiros: reflexiones en torno a la humanidad y a la inteligencia artificial, qué es lo que nos hace humanos, si somos únicos en nuestra especie o somos perfectamente replicables de alguna manera artificial, ¿los sentimientos son exclusivos de nuestra especie?, cuál es el sentido de la existencia, en fin... Y de fondo el caos político-social de esta Inglaterra alternativa, y en primer plano las humanas vidas del protagonista y la vecina intentando mantener el control de sus existencias, pero cómo dada la inherente inestabilidad de nosotros los humanos. Y el androide observando todo, aprendiendo, sacando lecciones... Un tema tratado de manera elegante y profunda, iluminando hasta sus rincones más oscuros, enfrentando las dudas más temibles; una trama sencilla pero potente, narrada con agilidad, que deriva en un tramo final bastante devastador y desolador, algo deprimente (lo cual es bueno, claro, cuando los autores se atreven a contarnos cosas duras); unos personajes bien construidos y dibujados y desarrollados. Supongo que a fin de cuentas el asunto va sobre encontrar respuestas y significados a las grandes dudas existenciales que nos acechan, aunque nunca encontremos algo lo suficientemente satisfactorio y nunca se solucione nada.Excelente libro, en resumidas cuentas, una de esas novelas que te cuentan algo y que además te hacen pensar un montón, que se quedan contigo bastante tiempo. Una recomendación a ciegas, sin duda alguna.
Imperfectísimos humanos poniendo los timbres en la ficha bibliográfica de este ejemplar. Si fueran androides apuesto a que la ficha sería perfecta. Miren semejante desprolijidad, por dios, y timbres duplicados y uno invertido... Ocho préstamos en casi dos años, hay más ejemplares de Máquinas como yo en Bibliometro, debe ser un libro bastante leído, me consta que siempre lo dejan en la parte más visible de los mostradores en sus respectivas sucursales.