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Las Furias a María Elena Moyano, asesinada en Villa El Salvador el 15 de febrero 1992 .- de Doris Moromisato, poeta
Prohibida de posar sus ojos sobre libro alguno
Sor Juana halló el universo en un metro cuadrado de su celda
y al amanecer las campanas cada parte
explicaba a las asombradas novicias
el misterio de los astros flotando alrededor de los conventos
el titilar de las estrellas en el enorme cielo
del desfalleciente siglo diecisiete,
intuitiva y gloriosa, sumaba y restaba
el manso rumor de la sangre
sobre el polvo acumulado de su celda. .
A las mujeres incas emancipadoras, sin embargo,
les arrancaron la vida
de cuajo
por abandonar sus quehaceres anhelando fundar naciones.
Siento en mis mejillas sus pies sangrantes
bajando desde el Cusco, encadenadas cubiertas
de escupitajos,
muriendo una tras otra
en la larga caminata hacia la costa.
Mujeres excelsas arden sobre mis pupilas
cuerpos y almas devorados por las lenguas de fuego
miembros tras miembro, pétalo tras pétalo
por leer árboles y descifrar
hojas
plumas
espinas
turbulencias en una vasija llena de agua
males y temores en los ojos tristes y enormes de los sapos
atrevidos faroles que iluminaron con su ciencia
siglos tenebrosos obscurecidos por el temor y la envidia
cabelleras y labios en la hoguera
intentando volverlas invisibles y de humo…
Miro por la ventana y llegan hasta mí sus maltratadas pieles
el eco de sus gritos como un mordisco en la memoria,
mi corazón se estremece y me devuelve a mi propio
cuerpo, recipiente plagado de nubes
me devuelve a mi habitación donde cada mañana
Gabriela Mistral me dice al oído: “Todas
Íbamos a ser reinas…”, y llora junto a mí
Cuando abrimos los diarios y volvemos a descubrir la mentira;
me devuelve a mi celda donde también encuentro el universo.
Pero tu muerte me arrodilla otra vez.
Hay penas que no se reconcilian con el calendario
que no quieren negociar con las palabras,
penas como furias, imposibles de domar
¿existe acaso alguna palabra que pueda doblegar las furias?
Valientes y frágiles, todas escribimos las historias
como espadas de carne y hueso
como flores abiertas mirando hacia el sol
como tú, María Elena.
A ti te mataron porque nunca predicaste sobre
la blancura de la cal
sino construir con la arena castillos de igualdades.
A ti te mató el oscuro corazón de la envidia
Ese mismo turbio corazón que despedaza en cada época
toda fe, todo amor
sobre ti se descargó su ira
porque organizaste piedras, pensamientos, huracanes.
A ti te mataron porque domaste la arena,
esa misma arena que ahora cubre tu sepulcro
como un inmenso cielo gris suspendido para siempre
...sobre tu mirada.
Reproducción en el Homenaje que se le da en el Congreso de la República con motivo de la llegada de sus hijos Gustavo y David Pineki Moyano, de España. Lima, 6 de agosto 2012.