Marilyn Monroe. Boda de negro, divorcio de blanco.

“Me gusta estar totalmente vestida, o si no, totalmente desnuda. No me gustan las medias tintas”
(Marilyn Monroe) 

8 de marzo de 1952. Un amigo en común organiza una cita a ciegas entre la estrella del deporte americano, Joe Di Maggio y la actriz de moda del momento. Marilyn jamás había asistido a un partido y los atletas no son su tipo. Sorprendentemente, la cita funciona. Casi dos años después, planean casarse.
Intentan que sea una boda secreta pero es imposible. Más de 700 periodistas esperan en el Ayuntamiendo de San Francisco para captar la instantánea de lo que hoy, para nosotros, sería el enlace entre torero y tonadillera. Una ceremonia sencilla, el sueño de cualquier invitado, empieza a las 13.46 y termina a las 13.48.

Al salir, los reporteros se sorprenden al ver a Marilyn vestida con un traje oscuro, discreto, con cuello de armiño y abotonado hasta arriba. Ella, que solo unos meses antes había lucido un abrigo de piel, regalo de Joe, sin nada debajo.

Diez meses después, Marily pasa de ir "totalmente vestida" a ir "totalmente desnuda". O casi.

Octubre de 1954, calle 52 con Lexington Avenue. El encargado de efectos especiales Paul Wurtzel se coloca en la estación de metro situada bajo un ventilador gigante. Marilyn se coloca encima, con un vestido blanco y dos pares de bragas porque una se transparenta demasiado. Son las fotos promocionales de la próxima película de Marilyn, "La tentación vive arriba".
El ventilador levanta la falda blanca de Marilyn y miles de curiosos observan la escena desde la calle, entre ellos, Joe di Maggio.

Di Maggio, celoso patolológico, pregunta "¿Qué demonios pasa aquí?" y se marcha enfurecido. Ese día se rompe el matrimonio entre la estrella de Hollywood y la estrella del béisbol. Cuando preguntan a Marilyn por los motivos de la ruptura, responde: "creo que los televisores deberían sacarse del dormitorio".