Pero las obras de Marina y Bruna, en tanto entes físicos, abarcan un espacio concreto, cuyas dimensiones dependen del espectador. Una persona entenderá el final justo en el borde de la tela, otra persona verá el límite en la línea imaginaria que ese borde proyecta en el suelo. Una vez más, todo depende de nuestra sensibilidad y percepción.
Nos encontramos con esculturas filiformes, pero que conservan su espacio volumétrico. Y ahí es donde la obra de Marina y Bruna entra en juego. Se apropian de la reducción del motivo figurativo a la línea y la llevan a su terreno lleno de telas y alambres. Conforman hilos-líneas que retuercen y crean espacios internos. La mayoría de las telas proceden de los últimos almacenes de tejidos que antes poblaban la calle del estudio de Llimós en Barcelona, la calle Sant Pere Més Alt. Un rendido homenaje a la industria textil catalana absorvido por el desarrollo turístico de la ciudad y la conocida marca 'Barcelona'.
Una obra femenina, frágil y absorvente como una tela al viento.
Fotos: Marina y Bruna.