Hay lectores que pecan de ingenuos y que piensan que un Escritor es alguien que vive encerrado en su tópica torre de marfil, aislado de todo y de todos, cartujo empeñado en crear un mundo personal en el que rigen sus propias normas, mientras afuera la vida sigue su curso ineluctable. También hay lectores que piensan que un Escritor es algo parecido a un francotirador, alguien instalado en un lugar oculto desde donde poder disparar contra un mundo que considera injusto. Hay lectores que piensan que un Escritor es también un intelectual, alguien con una lucidez y una sensibilidad fuera de lo común que le permiten diseccionar fríamente los problemas del mundo y mostrarlos en sus obras: ésa, y no otra, sería su misión (piensan algunos lectores). También hay lectores que piensan que un Escritor trabaja al margen de los dictados del mercado literario, obedeciendo únicamente el mandato de esa personal brújula llamada instinto en la búsqueda última de su particular y utópico norte. Lectores (y también lectoras) que opinan que un Escritor ha de ser necesariamente un hombre, pues pocas mujeres se ve que sean escritoras, y muchas menos en ese Parnaso de Inmortales llamado Academia Española de la Lengua.
Pues bien, lectores y lectoras ingenuos, ya es hora de que os vayáis desengañando y contempléis lo que queda de vuestra imagen idílica del Escritor, y por ende de la Literatura.
Sabed también que todos aquellos que pensábais que el Premio Nobel de Literatura es lo máximo a lo que supuestamente puede aspirar un Escritor (más arriba sólo el Cielo), y que el Escritor que recibe dicho galardón es, en cierta manera, el Escritor que representa a todos los escritores (con minúscula) del mundo, a toda la Literatura (en sus diferentes lenguas); sabed, os digo, que estábais equivocados, como da fe el siguiente texto, una Disposición Real (y, por tanto, no admite discusión) en toda regla:
III. OTRAS DISPOSICIONES
JEFATURA DEL ESTADO
2137
Real Decreto 134/2011, de 3 de febrero, por el que se concede el título de Marqués de Vargas Llosa a don Jorge Mario Vargas Llosa.
La extraordinaria contribución de don Jorge Mario Vargas Llosa, apreciada universalmente, a la Literatura y a la Lengua española, merece ser reconocida de manera especial, por lo que, queriendo demostrarle mi Real aprecio,
Vengo en otorgarle el título de Marqués de Vargas Llosa, para sí y sus sucesores, de acuerdo con la legislación nobiliaria española.
Dado en Madrid, el 3 de febrero de 2011.
JUAN CARLOS R.
El Ministro de Justicia,
FRANCISCO CAAMAÑO DOMÍNGUEZ