Revista Talentos

Marionetas – @Macon_inMotion

Publicado el 11 enero 2017 por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

18:27. Una tos profunda reverbera en el armazón de un edificio a medio construir, parado desde hace años. Un hombre de unos cincuenta años con el pelo totalmente canoso camina sobre el cemento abandonado, poniéndose la mano sobre la boca para evitar otro acceso de tos. Sabe que debe dejar de fumar. En la otra mano, lleva un maletín.

18:36. Dos hombres discuten en voz queda, sentados en dos taburetes al final de la barra de un maloliente bar. La discusión gira en torno al cansancio por las continuas manipulaciones que sufre uno de ellos con respecto a otro de los miembros de la organización, un hombre de mediana edad que lleva treinta años viviendo fuera del territorio de la ley.

—Estoy harto de que nos trate como si fuéramos su marionetas.—dice, acalorado. El otro hombre, aunque con la misma inquietud, se muestra más cauto. En lo que están de acuerdo es en que van a matarle.

18:40. El hombre canoso se atusa el pelo con la mano y mira el maletín que ha posado en el suelo de la azotea del edificio. Solo él sabe que el maletín no guarda lo que debería. Se saca un teléfono móvil del bolsillo y escribe un mensaje de texto.

18:43. Uno de los dos hombres que discuten en el bar observa cómo se ilumina la pantalla de su teléfono. —Es él.—dice, levantando el teléfono de la barra. “Azotea del edificio seguro. Allí os espero para repartir lo que os toca. En diez minutos.”

—Ya es nuestro.—dice mientras se guarda el teléfono en el bolsillo. Escupe al suelo del bar antes de levantarse del taburete. El otro hombre deja dos billetes de diez en la barra y sigue a su compañero dándole palmaditas en la espalda.

18:46. Después de una última mirada al maletín y otra al frío y limpio anochecer invernal, da media vuelta y enfila escaleras abajo, encendiendo una pequeña linterna que saca de uno de los bolsillos del pantalón. Poco después, gira la llave del contacto de su vehículo para alejarse de allí parsimoniosamente.

18:55. Dos hombres bajan de una furgoneta granate. Se encuentran donde anteriormente les han citado. El sol ya ha desaparecido del horizonte. Ambos hombres bajan del coche y comprueban sus pistolas discretamente antes de dirigirse al edificio. Uno de ellos escupe al suelo mientras camina.

18:58. Jadeando después de haber subido cinco pisos del edificio en obras, las dos personas aparecen en la oscura azotea. Dos focos de sendas linternas barren la superficie buscando a la hombre que les ha convocado allí. Uno de ellos alumbra un objeto en el suelo, se trata del maletín. A grandes zancadas se acerca a él y sin perder un segundo, lo abre. Lejos de encontrar los ocho mil euros que le tocaban a cada uno de ellos, lo único que encuentra son dos marionetas de trapo. Ambos se miran con incredulidad, entendiendo pocos segundos después que se trata del enésimo engaño del viejo. En un arranque de ira y después de escupir al suelo, uno de los hombres agarra con furia una de las marionetas con la intención de tirarla contra el suelo de pura rabia. Será lo último que haga. Al levantar la marioneta del maletín, los hilos que usualmente sirven para controlar el muñeco hacen detonar un explosivo que se encontraba parcialmente oculto por las marionetas.

19:04. El hombre canoso conduce rumbo a la ciudad, puesto que el edificio en el que ha sucedido todo se encuentra en las afueras. Dos camiones de bomberos pasan a su lado en sentido contrario con luces y sirena encendidas. El hombre se pasa la mano por su cabello gris plata, sonríe al verlos alejarse por el retrovisor y sube el volumen de la música.

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