Revista Diario

Marisol

Publicado el 01 diciembre 2010 por Antoniodiaz

Marisol

Campos y ruedos


Antes de ponerme a escribir nada, vaya por delante que estoy a favor de cualquier mejora técnica en la lidia siempre cuando no implique empeora en el alma del Toro bravo. Los tiempos avanzan, sí; no corren, vuelan. Pero no está de más recordar que en materia taurina avance en muchas ocasiones ha significado paso atrás. Avanzando, avanzando, hemos llegado a dónde estamos, lugar que tanto se asemeja a los tiempos de cuando a un terraniente se le ocurrió ponerse a buscar un primer avance: a las dehesas sembradas de moruchos; de masas bovinas coceadoras, que no encastadas; de ganaderías perdidas en un mar de cabezas y de sangres; y de quintales de tocinos briosos con el hierro de duques y mercaderes de altos vuelos. 
Conviene aclarar también que éste es un mundo de extremos. Lo que interesa al torero y muchas veces a la afición, va en contra de los intereses del toro, y viceversa. Pasa que esa "viceversa" no interesa a casi nadie. Si pudiésemos levantar el albero y mirar debajo mientras se está toreando en él, comprobaríamos que el toreo se mueve gracias a un sistema hidraúlico: el de los vasos comunicantes. 
Si un recipiente se llena mucho, el otro se queda vacío, va perdiendo peso mientras ve como se le agota el líquido. Cuanto más se llene uno de los dos vasos, más lejos estaremos del punto de equilibrio. Algo así estamos sufriendo ahora, para que el cubículo de la comodidad de los toreros esté a reventar ha habido que vaciar la vasija -que además no era muy grande- de la casta del toro. Estamos más lejos que nunca del equilibrio, que es el verdadero lugar del arte de torear, ni más pa'lla ni más pa'ca.
Una de las actividades más en boga en los últimos años por parte de los taurinos es el confundir el culo con las témporas. ¿Que los toros no tienen seriedad? Les ponemos fundas. ¿Que se caen mucho? Nos liamos a construir tauródromos. ¿Que salen más bobos que nunca? Le hacemos la permanente a la tauromaquia, que no la conozca ni su padre. ¿Que en el caballo se portan como si fueran pensionistas? Cambiamos de tamaño la herramienta, así, porque nos sale de la puya.  Y así, a cada incógnita que salga, y mira que salen, le van a ir ligando una solución que va a agravar más el problema.
Nos vamos a centrar en el tema de la nueva puya, que ójala y sea tan positiva como dicen. Como viene de Francia, bendecida por eso que suena tan bien como es el Observatorio de las Culturas Taurinas, y que no deja de ser algo así como la Mesa del Toro española, la nueva puya cuenta con la amnistía del aficionado. Sssshhh, cuidao, que viene de Francia -enunciado que se escucha ahora mucho y que da solemnidad al que lo usa, aunque esté hablando de la quietud de pies del toreo de Javier Conde-. Hay que no ser tan "güeno" y saber que en el país vecino también cuecen habas. ¡Y qué habas! Hay una que se llama Simón Casas, que parece melón más que haba.
Pues bien, si esa puya se la saca de la mismísima ídem un enchufao de la Junta de Andalucía, estaríamos hablando del cachondeo de los reglamentos, acordándonos de la reata de la comadre que ayudó a traer el primer Domecq al mundo, formariamos asociaciones sin ánimo de lucro para quemar todos los cortijos de Jerez y los aficionados de Despeñaperros pa'rriba estarían descarrilando todos los AVEs como si fueran currantes de Astilleros. 
No, pero la van a probar los picaores en tentaderos, y van a hacer, los franceses, un riguroso estudio sobre el daño que le hace al toro -eso me dice uno, sin saber el pobre, que esa es la afirmación taurina más cercana que he conocido al clásico español: atar los perros con longaniza-. Lo mismo, puestos a hacer estudios y comprender el toro, cuelgan en las encinas de la dehesa cabinas para llamar al 065: Teléfono de información para el Maltratado por la puya antigua.
Puede ser una puya formidable si queremos que el tercio de varas se convierta en tercio de rejoneo -ya puestos, que pongan a Salvador Tábora de director de lidia- Si lo que buscan son entradas, sin ton ni son del negrito al caballo, camuflar la sangre, hacer una falsificación de la bravura y darles una coartada a las figuras del toreo para enfrentarse cada vez a animales más anémicos y débiles, hay que decir que la puya -a la que tendrían que darle un nombre artístico, Marisol, por ejemplo- es un éxito, es la puya que todos los maestros querrán tener en sus casas.
Ahora, si entendemos la suerte de varas como lo que es, la comunión final del toro con la vida; el momento en el que un ganadero evalúa su sapiencia; o el examen para sacarse el carnet de bravo, a un toro que debe de pagar sus cuatros años de paraíso cinco estrellas, inexorablemente, con dolor, litros de sangre y sufrimiento, hasta rendirse por cobarde o desangrarse acometiendo, muriendo vencedor; hay que decir que esta Marisol no me pone el corazón contento, ni lleno de alegría. Quizás sí a aquellos que opinan lo contrario, que el toreo es una tómbola llena de luz y de color.
No es radicalismo, ni cabezonería, que se dice en mi barrio, si se baja el listón, si cada día se pide menos, no se está haciendo ningun favor al toro, es justo al revés. Ese animal que tanto amamos, cada día va a ser más cobarde, menos valiente, su fortaleza no va a pasar de ser la que le dé la fama de su nombre, y asistiremos -yo desde luego no- a un espectáculo con un animal digno de vergüenza. Lo estamos viendo, que no me lo invento.
Valga como mal ejemplo, la camada que viene tras nosotros, los que vienen herrados, a piercing y tatoo, -a hierro y fuego, ya nada-, con las siglas de la ESO, y a los que nuestro gobieno, como si de taurinos se tratáse, les han ido disculpando su ignorancia, y en vez de fomentar en ellos la educación, se han ido limitando a bajar la exigencia, a dejarlos hacer. Ahora creo que se puede pasar de curso con tres o cuatro asignaturas suspendidas, que no passsa nada. Está próximo el día en que un nuevo menistro, en bien de nuestros jóvenes, haga una reforma por la cuál suspenderán curso todos aquellos que aprueben alguna asignatura. Entonces, en honor a la punta de la famosa vara, habrá que bautizar la reforma como Ley Marisol.
Menos Marisoles, y más Bastonitos.

Volver a la Portada de Logo Paperblog