Cegados por la ilusiónCuando aun no eres madre, aun no se ha despertado el gen de la practicidad. Al contrario, tu vida se rige por criterios más vanales como la estética u otras chorradas por el estilo. Las empresas que rodean el mundo infantil lo saben y exprimen su mercado a la perfección.
Desde juguetes hasta alimentación, pasando por la ropa y los muebles, existen desde las cosas más básicas y útiles hasta artilugios que a día de hoy aún no sé para qué funcionan. Bueno sí, para gastar dinero y ocupar espacio absurdo.
A favor de la evolución, en contra del consumismoMiles de euros se tiran a la basura en cosas que luego no usamos para nada ¿Y por qué? Porque, hay que reconocerlo, el bombardeo de mensajes y las campañas de márketing que envuelven estos productos están muy bien hechas y te hacen creer que tu hijo sin esas cosas no será feliz.
No digo que la técnica haya mejorado y creado ciertas cosas que hacen más fácil y más segura la crianza del bebé (no voy a nombrar ninguna porque vosotras sabéis perfectamente cuáles son) pero no hay que exagerar.
Miles de formas de comunicarDel simple anuncio publicitario hemos pasado a métodos mucho más sutiles y sofisticados de hacer márketing. En el mundo del bebé es de lo más “perverso”, si se me permite la expresión. Revistas de bebés que son continuos publireportajes; ferias de bebés en todos los rincones de la geografía; de todo. Y la verdad, esto no me molesta. Todo lo que vaya bajo el título de “publicidad” me parece perfecto. Lo que no me gusta es que me hagan creer que no me quieren vender nada y luego sea todo lo contrario. Eso sí que me molesta. Porque se utiliza como medio la preocupación de una madre porque su hijo tenga todo lo mejor.
Al final, yo de lo que me fío es del boca oreja, presencial o virtual. Que alguien me recomiende algo porque le ha sido útil y no ha cobrado nada por decírmelo.
Al final, ser racionalDel bombardeo de productos al que nos vemos expuestos los padres, hemos de defendernos siendo racionales. No todo lo que se nos ofrece es necesario, o al menos no para todas las familias.
Llenamos nuestras casas de cosas materiales cuando al final lo que más necesitan nuestros hijos y con lo que seguro que sueñan, es con que estemos a su lado.