Los besos se cansaron de esperarnos, gravitan por esos rincones donde las escobas de algunas atolondradas brujas han barrido deseos y vanas ilusiones.Sin contar con el azar, que es tan volátil como el destino y la felicidad, y que se empeñó más de una vez en ponernos la zancadilla.Deambulamos hoy por esas ciudades empedradas tal vez sin rumbo, pero sin prisas. La serenidad de la luna y el viejo sol que quema la entraña son testigos fieles de las arrugas de lo que fue más que un deseo.Pedalean las ganas de verte y de coger la aspiradora (es más moderno… e igual llego más aprisa).Con 30º en el cuerpo, es difícil resistirse a cualquier locura, y besar tu boca siempre ha sido el más dulce baile que mi paladar ha vivido.El asfalto nos quema los pies y urde en las cicatrices, ésas que ya ni nos importan, o que ya nos acostumbramos a besar. Ni tú ni yo hemos sabido nunca a qué sabía mañana, solíamos saborear las corcheas de un adagio que se contentaba con vernos a tropezones destilando presentes.Ausencias, desencuentros, trenes perdidos, pero ninguna espera.Sólo esa promesa de ser tú y yo por encima de un nosotros y más allá del jodido tiempo.