Mas allá

Siempre quise saber qué había luego, tras la muerte. Ni estaba convencido de que era el más absoluto vacío ni de que volvería a ver a la abuela Berta, al tío Manolo, o a mi hermano Jesús. Eso de la nada o de todos en fila saludándome con una sonrisa mientras yo avanzaba feliz por un tunel de luz blanca, no acababa de verlo...
Y así las cosas, de pronto, cuando sucedió en esa cama de hospital, solo pensé en gatos. Soy alérgico a los gatos. Veo uno y enfermo. Una vez di un patadón al de los padred de mi novia y casi lo mandé a Cuenca. Estuvo cojo varios días y yo no follé durante el mismo número. Olvidé mis pastillas pero ella insistió. "Sube, Edu, que quizás se te ha quitado la alergia". ¡Cómo cojones iba a quitárseme la puñetera alergia, si el día anterior fue ver un gato y ponerme a estornudar al mismo tiempo!
Una semana más tarde de aquella visita a casa de mis suegros y del viaje a Cuenca de su gato, me caí de la moto. Un buen hostión. Hospital. Parece que milagrosamente no he quedado más gilipollas de lo que ya era. Días después me empieza a doler la cabeza. Hospital. Ahí me quedo.
Hoy he despertado y me he sentido raro, raro, raro. Recordé flases. La patada al gato, no follar, la moto...
-Echo de menos a Edu, mamá.
-Cariño, poco a poco, es muy reciente todo...
-Que él muriera y casi se nos muriese Marcelino, parece una ironía. Con lo que se odiaban. Y mira, casi se van juntos... Por cierto, dónde anda el chiquitín. Me consuela acariciarlo...
¿Qué narices está pasando?
Estoy en casa de mi chica, agazapado tras su sofá. ¿¿¿Tras su sofá???
De pronto ella aparece sonriendo, se acerca a mí. ¡ES ENORME! ¡Pero qué coj...!
- Marcelino, estás aquí! ¡Cielo!
- Voy a buscar el trasportín, Clara.
- Mi niño, no será nada. Pasará prontito, ya verás. Es una operación de nada. Pronto dejarás de orinarte por los rincones y, además, ya no querrás fugarte, Don Juan... Castrado estarás más feliz.
¿Castrado? ¿Me has llamado Marcelino? ¡Clara, soy Edu! ¡Clara, nena! ¡¡¡Claraaaaaaaaa!!!