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Más allá del Muro.

Publicado el 13 octubre 2011 por Juan Carlos
Es habitual ver a tertulianos de televisión y de radio, como también políticos, celebrando ya con inusitada costumbre las vísperas de los aniversarios de la caída del Muro de Berlín, con todos los jolgorios y alabanzas posibles. Ellos establecen una clara relación: la caída del muro simboliza la caída del comunismo. Eso, en cierta medida, puede ser cierto, ya que supuso el final del declive de un cierto tipo de gobierno comunista en un momento determinado. De modo que como para ellos el comunismo es totalitario dicen alegrarse de que ahora esas personas vivan en libertad y armonía. La premisa clave de la que partir sería: ¿Debemos, por tanto, entender filantropía en sus actos? Resulta que en política la neutralidad no existe, la meta de ésta radica en el logro de objetivos. Por tanto, cualquier decisión, acto o declaración albergará una estrategia que se hallará detalladamente pormenorizada. Otra cuestión interesante a plantearse sería ¿Qué intereses podrían haber en  la celebración de la caída del Muro de Berlín?
   Para responder a la anterior pregunta, se hace necesario aportar unas pinceladas históricas. Fue en 1945 cuando los occidentales devastaron innecesariamente la ciudad alemana de Dresden, sabiendo que quedaba cerca de la influencia soviética. Al acabar la guerra, la Alemania que quedó bajo la influencia occidental era la que se hallaba en mejor estado y con más recursos. Incluso EE.UU. al abandonar Turingia y Sajonia, que correspondían a la zona soviética, se llevaron unos 10.000 vagones con material por valor de 400 – 500 millones de $, así como gran cantidad de oro, por lo que ya se aseguraron que las dos Alemanias partieran de situaciones desiguales.
   Posteriormente los EE.UU. llegaron incluso a llevar a cabo actos de colaboración con Reinhard Gehlen, un criminal de guerra que fue jefe de los servicios secretos nazis en el frente ruso, condecorado en su día por Hitler. Además de otros tantos antiguos nazis que ocuparon cargos relevantes en la RFA. En el terreno económico la democracias occidentales tuvieron especial interés en que la RFA fuera un referente europeo que supusiera un freno importante al comunismo, por ello se llegó al Acuerdo de Londres del 27 de febrero de 1953 que estableció todas las medidas necesarias para que la RFA despuntara a nivel económico. Es obvio que tenían todo el derecho a hacerlo, pero nuevamente quedan patentes las intenciones.
   Los dirigentes de la RDA también cometieron sus propios errores, de no haberlos cometido no habrían sido anexionados por la RFA. Resulta que los habitantes de la Alemania Oriental nunca votaron la Constitución de la Alemania Occidental, y que ésta, les fue impuesta. Sin embargo, el sabotaje sufrido por los países comunistas, sabotaje, por cierto, al que nunca fueron sometidas las democracias occidentales de igual manera, consiguió tener suficiente impacto como para que la RDA del pleno empleo terminara por caer, como también lo hizo el muro. De este modo, las empresas estatales de la RDA, a través de la Treuhand, fueron vendidas a privilegiados grupos empresariales del oeste, con la consecuencia de dejar sin trabajo a más de 3 millones de personas.
   Estos pequeños datos, nunca recordados por los autoproclamados demócratas y sus mercenarios mediáticos, sirven para corroborar la naturaleza maquiavélica de cierto tipo de política. El hecho, por tanto, va más allá de si el muro representaba el bien o el mal, la verdadera causa de su molestia es que esa construcción les impedía ejercer la hegemonía de la que hoy disfrutan a nivel mundial.
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