En la segunda entrada de este blog (esta) hablaba de una foto que tenía en mente pero que no llegué a hacer por no ponerme a ello.
Como resumen decir que la foto en cuestión es de la sombra de unas palomas pasando proyectada por la luz dura del Sol que entraba por la ventana que tengo a mi espalda en el trabajo. En aquél momento se me pasó y las palomas dejaron de posarse a la hora que daba el Sol.
Pero el movimiento planetario es cíclico y parece que el comportamiento de las gallinaceas también lo es. Así que el pasado mes hubo una semana que reunió las condiciones necesarias para hacer esa foto que se me escapó, y en esta ocasión sí que la he intentado… prácticamente con el mismo resultado que si no hubiese sacado la cámara de la bolsa. Sólo logré un borrón negro y desenfocado que nada se asemejaba a lo que yo tenía en mente. Sin embargo sí que tuve en mi visor la foto buscada y la perdí.
El problema de esta foto es que dependía de muchos factores. El principal era hacia donde iban a volar las palomas cuando se asustasen por abrir la ventana… lógicamente esto no estaba bajo mi control; pero también había otros elementos que sí podía controlar pero en los que fallé.
Uno era el enfoque… el primero de los días me fié del autofoco de la cámara: grave error porque donde yo tenía que enfocar era una pared sin casi textura, con lo que el autofoco se volvió algo loco. Eso lo corregí el segundo día pasando a enfoque manual.
Otro fue la velocidad de obturación: ¿alguno de los que me leéis me sabríais decir la velocidad que alcanza una paloma cuando levanta el vuelo?. Pues yo tampoco lo sabía y puse una velocidad de obturación demasiado larga. Lo solucioné el tercer día
El último error fue confiar más en la tecnología que en mi mismo. El tercer día que intenté la foto ya tenía claro el modo de enfoque y la velocidad de obturación, pero se me ocurrió que sería más sencillo hacer esta foto si disparaba en ráfaga. Como dicen en un anuncio de comparadores de seguros: ¡ERROR!
Cuando la compañera a la que le estuve pidiendo ayuda todos estos días para hacer la foto (que paciencia tuvo la pobre… para nada) levantó su persiana para espantar a las palomas y que pasasen por delante de mi ventana estas lo hicieron y yo, sabiendo que tenía puesta la cámara en ráfaga, en cuanto vi la primera de las sombras asomarse por el lado de mi encuadre pulsé el disparador… 4 disparos, tres de ellos sólo con la pared vacía. Y justo en ese momento se cruzó una paloma perfectamente dibujada, pulsé de nuevo el botón (tuve tiempo de sobra) y… no pasó nada porque había llenado el buffer de la cámara por haber disparado en ráfaga.
Este fue el último día que se dieron todas las condiciones necesarias para hacer esa foto que tenía en la cabeza, así que una vez más me he quedado sin foto. Sin embargo lo que sí que he conseguido es un mayor aprendizaje, con lo cual no está mal del todo.
Por cierto que unos días después una de las palomas se apiadó de mí y quiso regalarme otra foto… a costa de un buen golpe. Un día llegué al trabajo y vi estampada la sombra de una paloma en el cristal de mi ventana. La pobre estaría volando, no se debió de dar cuenta que había cristal y se lo “comió”. Vi la imagen y me pareció que debía ser digna de una foto.
No fui el único, el señor Rolling Storming (recomiendo visitar su blog en el que escribe pensamientos y relatos) cuando lo vio me preguntó si no le iba a hacer una foto. Mi contestación fue “Sí, pero hoy no” porque aunque parece una toma sencilla creedme si os digo que no lo es tanto.
Ese día llevaba la canon 450d con un angular, lo que sumado a como daba la luz del sol en la ventana hacía que la foto fuese completamente plana, y es que aunque no lo parezca lo que hay al fondo (que es la fachada de un edificio) es de un color muy claro. Además con el angular no podía cerrar el encuadre lo suficiente como para que no saliese parte de cielo, con lo que en esa zona la marca de la paloma no se veía.
Al día siguiente me armé con un objetivo manual (Zuiko OM 200mm F4), un adaptador y la Canon 450D. Esperé un momento del día en el que el sol da rasante a mi ventana (con lo que se remarca la mancha) pero que no llega a la fachada de enfrente. Con el ángulo más cerrado del teleobjetivo ya conseguía evitar que saliese el cielo, y con la luz rasante se distinguía más la marca. Aproveché una línea del edificio de enfrente para hacer una diagonal y ya está.
Una foto un tanto tétrica y que no suele gustar, sin embargo a mi sí me transmite.