Ya había hablado de los grupos de venta de Facebook; de los grupos de los que soy parte, que son los que conozco. Me encantan como catálogo. Puedo pasar buen rato mirando lo que la gente vende: desde cosas que no me interesan en absoluto hasta oportunidades que lamento dejar escapar porque por ahora mis gastos están controladamente apegados a la lista de prioridades.También hay gente ofreciendo sus servicios y me gusta saber de su existencia.
Lo primero que llama la atención es lo mal que escribe buena parte de la gente. Ni redacción, ni ortografía, ni vocabulario. Pero en verdad para llamar la atención y asustar. No es que parezcan ignorar la diferencia entre "hay", "ahí" y "ay": no es eso lo que asusta, sino la pobreza de la comunicación que se establece. Había hablado de eso en otra entrada; lo menciono ahora porque creo que evidencia un modo primitivo de comportamiento y esto tiene relación con lo que quiero comentar hoy:
¡Sobra agresividad!
En los grupos -como en todas las redes, supongo- prevalece una característica u otra, dependiendo de los contactos con los que se interactúa. Hay un par de grupos de venta muy grandes, para toda la ciudad, en los que nunca he visto lo que voy a comentar sobre los grupos en los que está la gente de "mi alrededor geográfico".
Parece que "por acá" -en ese alrededor geográfico que alimenta los grupos de los que hablo- abunda lo que se llama "mecha corta".- Reacciones inmediatas, burdas, a la defensiva. He vendido alguna cosa y me ha tocado lidiar con alguna persona indignada porque cerré trato con otra persona en lo que hablaba con ella. No me llama la atención la indignación, sino el grado de inflamación de la misma. Suelo encontrar nuevos ejemplos.
Para empezar, la gente se toma muy en serio. Casi en todos los grupos, una de las reglas es poner el precio en el anuncio. Hay quien no lo hace. ¡Y hay que ver cómo les molesta! Eso, que el vendedor no responda rápido cuando le preguntan... o por el otro lado, que las personas pregunten algo que ya está escrito en el anuncio o que piden rebajas. No me extraña que moleste, ¡pero hay que ver cómo!
Está quien se pone aleccionador. También quien pasa a otro nivel, insultando o pretendiendo desacreditar. Todo un fenómeno.
Silvia Parque