Revista Literatura

Más trucos para afrontar el miedo.

Publicado el 19 diciembre 2010 por Migueldeluis

Nota: Con esta entrada empieza la participación de Antonio Sánchez Padial en Sabia Vida.

Hace poco nuestra amiga Valentina propuso cuatro trucos para vencer el miedo. Me vinieron a la mente un montón de cosas, y tras responder un comentario, decidí que el resto merecía un artículo en sí mismo. Tampoco era cuestión de inundarle el blog con mis trucos baratos.

Chris Stevens de Radio KBHR comentó allí la necesidad de aprender a romper la zona de confianza. Este verano leí algo al respecto de Tim Ferris. Pero ya hace mucho tiempo que decidí que había optar por las cosas que daban miedo.

Busca las motivaciones

El ser humano tiene dos señales de alerta básica, una es el miedo y la otra es el dolor. El primero nos avisa de algo que va a ocurrir (o pueda que ocurra), el segundo de algo que ha ocurrido. Hacemos caso del miedo para evitar el dolor. Y no solo el dolor físico claro. Pero si tenemos la motivación suficiente para despreciar ese dolor anunciado podemos vencer el miedo.

Vencer el miedo fue una actividad a la que me dediqué en una etapa de mi vida a la que llamo el final de la infancia. Y os puedo asegurar que fue muuuuuuuuuuuuyyyy tarde. En la etapa anterior de mi vida dejaba de hacer cosas por el miedo a lo que ocurriría. Pero en un momento dado empecé a pensar de que esos miedos me hacían perder el control, ya que mis acciones miedicas me alejaban de mis deseos.

Por lo tanto antes de actuar en función del miedo, es necesario valorar el dolor anunciado. ¿Puedo sobrevivir con ese dolor? Si la respuesta es afirmativa, no dejo que el miedo dicte mi camino, así de simple.

Por ejemplo, empecé a salir con la chica que hoy es mi mujer. Se cruzo en mi vida después de un tiempo, y yo ya había perdido la oportunidad de pedirle salir una vez por miedo al fracaso. Decidí que el dolor de ese fracaso era menor que el de que se alejara definitivamente de mí. Tuve suerte, pero estaba dispuesto a aceptar no haberla tenido.

Entrena el miedo

Para ser valiente hay que vencer sistemáticamente al miedo. Hay que darse cuenta de que nos estamos dejando llevar por él, hay que reconocerlo para superarlo. Nos será más fácil conseguirlo en las grandes ocasiones si nos hemos enfrentado a ello sistemáticamente en ocasiones más fáciles. Incluso buscadas a posta. Al fin de cuentas, como reza el Manual del soldado “todos tenemos miedo [...] el valor es el miedo a tener miedo”.

Por ejemplo, me gustaban los deportes de contacto y no me atrevía por miedo a los golpes. Pensé ¿esos supuestos traumatismo me van a mandar al hospital? Mi experiencia me decía que no más que una entrada a destiempo jugando al fútbol. Así que sucesivamente he jugado al rugby, tai jitsu, judo y boxeo. En ocasiones por el simple “placer” de vencer el miedo a los golpes, o a un supuesto excesivo contacto físico.

Voy en bici a diario a trabajar. No es mucha distancia, unos 6km (+6 claro). Pero os aseguro que el tráfico me da bastante miedo, a pesar de vivir en un barrio periférico de Madrid. Sin embargo, estoy seguro de que es la manera en que se deben hacer las cosas, y por eso cada día dejo las llaves del coche en casa, y saco la bici. Si no doy yo el primer paso, ¿quien espero que lo dé?

Planea el miedo

Los samurai eran famosos por no tener miedo. Una de las tareas que realizaban a menudo, era pensar elucubrar que harían en determinada situación. Cuando esa situación se daban sabían qué tenían que hacer al respecto. Ejemplo, “tengo lealtad a mi señor feudal y a mi país, ¿qué haré si mi señor feudal se rebela?”

El truco es analizar con sangre fría en un momento previo lo que haré en un momento posterior con la sangre caliente. Durante el embarazo, puedo pensar “Si no aceptan una subida de sueldo (para pagar a la niñera o la guardería), me pediré una baja para cuidar al bebé.” Ya lo he decidido cuando estaba tranquilo, así que no tengo miedo al exponerlo en el momento de sangre caliente de entrar en el depacho del jefe de personal.

El fruto de esas decisiones anticipadas, es muy dulce os lo aseguro. Sobre todo cuando te enfrentas con ese tipo de personas que asume que puede chantajear a quien quiera por su supuesta superioridad. Cuando tienes las espaldas cubiertas por tu conciencia, ¡¡les cambia el color de la cara!!

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