Me mata de sed la agonía
de querer y no poder beberme
hasta la última de tus sonrisas.
Me mata la sinrazón
cuando una miríada de mariposas
cosquillean mi boca con tu boca.
Me mata lentamente
esas pupilas que me absorben
hacia el interior mismo del universo;
campo estelar, rugido en expansión
cayendo vertical en el umbral de tu sexo.
Me mata, me mata...
Termina conmigo para ese paraíso final.
Vida, dame la vida eterna
en el confín de tu corazón inmenso.
Carlos Gargallo (c)