Revista Diario

Matar a alguien empujándolo o apretando un botón

Publicado el 24 abril 2013 por Quique

Alaska, 24 de abril de 2013,
MATAR A ALGUIEN EMPUJÁNDOLO O APRETANDO UN BOTÓN

Quizás lo ha observado alguna vez: una persona a la que conoce, alguien amable, dialogante, razonable, se comporta un día como un energúmeno en alguna red social. Sin motivo aparente, sin mediar provocación. Quizás usted mismo se ha comportado así alguna vez. No hablo solo de lo que suele pasar en las redes sociales cuando la gente interactúa anónimamente y se siente arropada por el grupo (asómese a twitter, que presume de ser una red donde prima el intercambio profesional, y siéntese a contemplar como el pueblo despelleja a alguien cada día).  No, no me refiero solo a eso. Me refiero también a situaciones donde la persona actúa con su identidad real, pero con una agresividad y un lenguaje que nunca hubiera utilizado si la conversación, un debate razonable sobre cualquier tema, se hubiese dado en persona. 
No creo que vaya a descubrir nada nuevo. Seguramente habrá oído decir alguna vez que la comunicación digital es más fría, que las redes 2.0 nunca podrán substituir  lo presencial, etc. Seguramente todo eso es cierto. Pero resulta que he estado estos días leyendo el excelente libro del neurocientífico David Eagleman, Incógnito. Las vidas secretas del cerebro, y en uno de sus capítulos me dije tate, aquí hay tomate.
Se lo resumo muy resumido. En un experimento clásico se pregunta a la gente si estaría dispuesta a  provocar la muerte de un inocente si con eso salva la vida a más personas. La mayoría de la gente dice que sí, por una cuestión de sentido común: es mejor que muera uno que no que mueran muchos. Bien. El investigador da una vuelta de tuerca al asunto. Si para salvar a ese grupo de personas, usted tiene que apretar un botón que abre una palanca por la que esa persona inocente cae al vacío, ¿lo apretaría?. Una gran mayoría siguen diciendo que sí, que lo apretaría sin dudarlo. Recuerden, se trata de salvar muchas vidas por una sola.  Bien. Apretemos la tuerca un poco más.¿Y sí, en vez de apretar un botón, es usted el que tiene que empujar a ese inocente al vacío?. Piénselo. Salvará más vidas, usted solo tiene que acercarse y empujarlo. ¿Qué haría? Ummm. La mayoría de personas sometidas al dilema se detienen aquí, piensan, quizás acaben empujando, pero desde luego eso les provoca muchas más dudas que apretar un simple botón, aunque la consecuencia final sea idéntica en un caso y otro. Empujar al otro, entrar en contacto físico, nos inmiscuye mucho más, mientras que apretar un botón es algo frío, distante, inhumano.
¿Qué tiene que ver todo esto con las redes sociales?. A lo mejor Eagleman me mata, pero creo que bastante. La conversación internauta adolece de los matices de la conversación presencial. Y , lo que es más importante, adolece de la presencia humana, del contacto físico (y muchas veces visual) con el otro. Al final es apretar un botón, una tecla, enter,  como quien aprieta el botón de una bomba atómica. El propio acto y sus consecuencias se deshumanizan, incluso cuando estamos haciendo algo tan humano como comunicarnos.  No tengo la solución, pero hay cosas que pueden ayudar a la conversación 2.0. Por ejemplo los emoticonos, una manera, aunque bastante primaria, de ponerle una emoción a un texto que pueda dar lugar a malentendidos.   Recuerdan de vez en cuando que detrás hay una persona escribiendo, no una máquina. También creo que es importante  poner reglas en algunos debates o algún tipo de moderación en los comentarios que nos recuerden que no están permitidos los insultos o las amenazas, por ejemplo. Algo, en todo caso, que haga entrar en acción a la conciencia y que retrase un poco el momento de apretar el botón.
En cuanto al libro de Eagleman, pone en jaque nuestra concepción del libre albedrío  ¿Somos la persona amable que conversa tranquila y pacífica en el bar o la que se explaya como una bestia contra algún personaje famoso en facebook? ¿Somos las dos, o más una que la otra? ¿En qué circunstancias parece que dejamos de ser un poco nosotros mismos, o, al menos, el que nosotros pensamos que somos? ¿Quién manda en nuestra máquina?.
El libro de este científico me ha fascinado y plantea muchísimos interrogantes a una profesión como la nuestra. Pero esto será en próximos capítulos. 
__________El viernes 3 de mayo vuelve De Cartones y hombres a la Sala Almazen. Rafa está fantástico. ¡Corran a verla!
MATAR A ALGUIEN EMPUJÁNDOLO O APRETANDO UN BOTÓN
http://factorialossanchez.blogspot.com

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