Refleja Perry en su biografía cómo el niño que quiso ser famoso terminó siéndolo y dedicándose a una profesión apasionante. Por suerte, no se deja nada en el tintero y muestra esa otra cara a la que no le daban los focos de la serie que lo encumbró.
Al igual que hay músicos denominados one hit wonder (que solo tienen una canción conocida) hay actores que se encasillaron para siempre al protagonizar una de las series más longevas, y mejor escritas, de las últimas décadas: Friends. Perry no deja de alabar continuamente a sus compañeros por entender su deriva personal y por estar ahí cuando les necesitó.
La crisis de los 40 y de los 50 le pilló metido en un mar de estupefacientes, fracasos sentimentales y egoísmo. Nada parecía salvarle y solo al final, cuando la obra se convierte más en testamento que en unas simples memorias (aunque jugamos con ventaja al conocer el final), logra enganchar un poco al lector. Sirva su lectura como ejemplo para los que comienzan a drogarse bajo la premisa del «yo controlo». Quizá debería ser obligatoria su lectura a ciertas edades.