Revista Diario

McGlue, de Ottessa Moshfegh

Publicado el 26 febrero 2025 por Jimmy Fdz

 McGlue, de Ottessa Moshfegh

Biblioteca Nacional S14E01. Nueva temporada en la B.N.P.D., hora de ir dándole espacio a otros autores y autoras. No conocía para nada a Ottessa Moshfegh, hará un par de meses (puede que más) que me enteré de su existencia porque Yorgos Lanthimos va a dirigir una adaptación cinematográfica de una novela suya titulada Mi año de descanso y relajación, por lo que, como debe ser, ante tal noticia me puse a buscar a esta autora, cuya obra luce bastante interesante, aunque no esperaba encontrármela en los estantes de la B.N.P.D., pero como de repente vi que por ahí estaba su nombre, me traje este McGlue, a ver qué tal, a fin de cuentas la portada tiene su toque, ¿no les parece, parces?

McGlue, de Ottessa Moshfegh
McGlue ha sido un libro sorprendentemente plano, somero, insulso, olvidable. Es de esa clase de libros que te entran por un oído y te salen por el otro de inmediato, sin decir ni dejar nada a su lamentable paso. Ni fu ni fa, sin pena ni gloria, ni chicha ni limoná. Y no deja de sorprenderme, insisto, porque comienza bastante bien, con el protagonista despertando de una borrachera monumental, sin recordar ni mierda de lo que hizo o pasó la noche anterior, solamente escuchando lo que los demás le dicen, que es, básicamente, que mató a otro hombre con un cuchillo, un hombre llamado Johnson que no es cualquiera, Johnson fue su protector, su amigo, quizás su único apoyo en el mundo fue lo que acuchilló. Además toda la ambientación resulta a priori atractiva, en tiempo antiguo, en pueblos de mala muerte, barcos de mierda, bares de peor calaña, gente embrutecida, niños y niñas que mueren como moscas por alguna gripezhina, hombres y mujeres que no saben leer, no saben escribir, apenas saben sumar o restar y se ganan la vida desde los doce años con la fuerza de sus físicos, en fin ya se imaginan, tiempos difíciles para sobrevivir si no eres un millonario. Además sumen a ello una prosa que prometía ser algo afilado y agresivo, con palabras aparentemente cargadas de mala leche, encadenadas por la carne y la sangre de su malogrado narrador, envuleta en una atmósfera lúgubre, maloliente, cochina.Pero McGlue no deja de ser un vacuo ejercicio de estilo, un inconcreto y difuso experimento narrativo, demasiado fragmentado o fragmentario para su propio bien, pues tiene de todo, es esto y aquello, pica de aquí y de allá, sin ahondar ni profundizar en nada concreto, sólo retazos y fogonazos de momentánea buena prosa que se pierden en esta marea de palabas y hechos irrelevantes (sin relieve, sin textura), carentes de atmósfera, de pulso, de la capacidad de provocarte algo, lo cual me sigue sorprendiendo por qué cómo demonios una historia sobre personajes embrutecidos en ambientes violentos y mugrosos es incapaz de provocarte sensaciones, aunque sean sensaciones raras, grotescas, perturbadoras. Nada parece tener peso ni ser real en este libro, todos los pesares e infortunios son como bromas vulgares o como difusas ensoñaciones entre un dormitar y otro. Si pretende ser una reconstrucción o incluso deconstrucción histórica, por ahí no va; si quiere ser un relato revisionista y moderno de este tipo de historias históricas de supervivencia extrema, tampoco va por ahí; si pretende ofrecer retratos psicológicos de individuos golpeados por sus crudas y convulsas circunstancias, tampoco por ahí va la cosa, en tanto sólo tenemos planos monigotes unidimensionales (ni siquiera los personajes femeninos se salvan de tan pobres caracterizaciones, por si alguien piensa que escribir buenos personajes femeninos es prerrogativa consustancial de las escritoras); si pretende ser una suerte de thriller lisérgico-psicológico, la narración tampoco acierta en ello, al ser una simple rememoración de las desventuras que el protagonista tuvo junto al occiso antes de que supuestamente le rajara la vida; ¿un drama legal?, no me hagan reír, ¿un paseo por el antiguo sistema de justicia estadounidense?, ni lo sueñen, ¿un alegato socio-económico de la era industrial o pre-industrial sobre las condiciones infrahumanas del populacho?, por favor... McGlue es tan sólo una burda sucesión de acontecimientos a cada cual más pretenciosamente grotesco, repulsivo y escatológico que el anterior; un pueril y complaciente paseo por la mugre y fealdad humanas... Como digo, un ejercicio como infantil, una concatenación de pequeños escándalos, como si la autora pretendiera epatar al personal con mierda, ríos de alcohol y mariconerías en cada agujero alcanzado por la cerosa luz de las velas...Uno pasa las páginas y nada te importa. He intentado culparme pero puedo asegurar que presté toda la atención que pude, sobre todo porque al inicio parecía que la cosa se venía buena, pero progresivamente McGlue se convierte en algo tan banal, tan trivial, que irremediablemente se cae en el tedio y la apatía lectora, ninguna letra tiene peso, menos aún sus personajes, su remedo de argumento. Pero el libro que leí antes y el que leí después no me ofrecieron dificultades porque sí eran interesantes, sus respectivas prosas sí contaban y expresaban cosas. Es cosa de comparar la primera página de McGlue con la primera página de Ídola, de Germán Marín, que pueden ver en sus entradas; podrán notar de inmediato cuál de las dos resulta más, digamos, estremecedora, palpable, viscosa.En fin, no sabía qué esperar de esta escritora pero como suelo ser optimista debo decir que me siento terriblemente decepcionado, hemos comenzado con el pie izquierdo, del lado equivocado de la cama. Si encontramos algo más de ella, veremos qué tal. Yo no les recomendaría McGlue, eso sí. Sólo para sacar algo en limpio, para que no sea todo tan negativo, digamos que se valora que una escritora mujer se lance a escribir sobre estas cosas y con un tono tan turbio, lástima que no le haya salido bien. No es una novela mala, no se puede decir que esté mal escrita, pero tampoco es buena y su solvencia escritural no eleva en lo más mínimo ninguno de sus aspectos.McGlue, de Ottessa Moshfegh
La tradición republicana de todo préstamo a domicilio ha resultado escuálida en esta ocasión, pero es natural en una autora quizás no tan conocida en español (aunque han sido editados/traducidos todos sus libros), aunque es más natural debido a que este ejemplar lleva menos de un año en las estanterías de la B.N.P.D. Desde agosto del año pasado hasta estos días, seis meses después, tres préstamos, uno cada dos meses.McGlue, de Ottessa Moshfegh

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