Ya había dicho [AQUÍ] que me gustó la película "Qué esperar cuando estás esperando". No es buen cine; es un buen rato de entretenimiento con mensaje.
Se nos muestran tres embarazadas (más una que sufre un aborto al principio del embarazo, más otra que espera a un niño en adopción), con lo que tenemos:
a) A la mujer "puedo hacerlo", que no se limitará por el hecho de estar embarazada y que parece preguntarse qué utilidad tiene el padre de la criatura, una vez que la criatura está hecha.
b) A la mujer de revista, "como un unicornio mágico embarazado", que se ve increíble y ni siquiera se propone que no va a limitarse porque su novedad es que está llena de energía.
c) A la mujer que es un muestrario de los signos "embarazos" del embarazo. La que al final, pese a los planes en otra dirección, exigirá anestesia a gritos y tendrá al bebé por cesárea.
Evidentemente, son estereotipos; pero resultan ideales para una comedia. Yo no pido más.
La volví a ver cuando supe que estaba embarazada, y me dije que si me pareciera a alguna, sería a la del inciso "c". Nunca me sentí, ni de lejos, tan agobiada como este personaje -a mi cuerpo le va mucho mejor que al suyo-, pero estaba -estoy- muchísimo más lejos del brillo y la suficiencia de las otras dos mujeres.
Ahora, empezando el tercer trimestre, me acordé de la futura mamá atribulada, porque tuve un pequeño accidente con un estornudo y un chorrito de pipí -del que no tendría por qué saber nadie en el mundo-. Me acordé, fui a ver el trailer, y aunque la identificación siempre fue un chiste, pensé que ya no me ubicaría en el tipo "inciso c". Sigo sin glamour y sin una voluntad de hierro; pero creo que he tomado mi propio brillo, y desarrollo mi propia suficiencia.
Me gusta.
Silvia Parque