Supe que no era el Hombre de mi vida en el momento en que sus bostezos
interrumpían torpemente los poemas de Oliverio Girondo...
apagué el reproductor... me contuve las ganas de echarle de la casa.
Comenzaba la cuenta atrás, fue cuestión de días para que lo que fue un romance pasional
se convirtiera en un auténtico infierno, donde una vez hubo fuego ahora tan solo se podían ver unas pobres y deprimentes cenizas.Y no es toda la culpa de Oliverio, amo la poesía tanto como la semana santa.Siento pasión en las salidas y en los encierros de Santos. Así que podemos decir que bendita declaración de sinceridad la mía. A partir de ahora las cosas claras desde primera hora.