Todo empezó cuando, hace unos días, un amigo me propuso participar en un Taller de Periodismo Local que iba a impartirse en la Universidad de Alicante. Mi amigo estaba preparando el temario y quería dedicar una jornada al periodismo digital-local y pensó que a los alumnos podría interesarles conocer mis experiencias como bloguero o ciberperiodista (o lo que sea). Acepté encantado, pues además de que me gusta compartir conocimientos, siempre me he considerado un poco periodista.
Tras las oportunas confirmaciones, ayer acudí a la cita prevista. Por cierto, me encanta poder volver al Campus de la Universidad de Alicante, pues lo que ahora es un auténtico vergel yo lo conocí hace 20 años cuando era un pedregal. El aula era magnífica a los efectos previstos, quizás un poco grande y fría, pero con conexión a Internet y una pantalla gigante donde se proyectaba todo lo que iba explicando desde un portátil. Así da gusto dar clases, os lo aseguro.
Expliqué a los alumnos que soy un autodidacta en la informática, que empecé con este blog porque pensé que podía ser la forma ideal de romper el monopolio informativo de los grandes partidos y de los grandes medios de comunicación, que tuve la ayuda de un par de amigos que me dieron las nociones básicas de HTML, y que uno de ellos me dio un consejo fundamental: para que un blog tenga éxito, me dijo, tiene que estar actualizado cada día, los lectores que entren tienen que encontrar siempre algo nuevo, o dejarán de entrar. Ese consejo era especialmente válido si encima se trata de un blog que trata sobre política en un pueblo de 20.000 habitantes.
En definitiva, fui desgranando mis aventuras y desventuras con los códigos, los textos, las fotos, los enlaces, los comentarios, los artilugios, los vídeos de You Tube, los formularios, la evolución del número de visitas, etc., etc. Me llenó de orgullo que la profesora que habló tras mi exposición, responsable de vilaweb.cat en Alicante, elogió mi trabajo y destacó el uso que hago de las herramientas que caracterizan a un ciberperiodista.
La conclusión final es que fue una experiencia muy agradable, aunque quedó material en el tintero para dar otra clase. Cuando me vuelvan a llamar allí estaré.
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