Revista Talentos

Me hablarás en mis sueños

Publicado el 29 noviembre 2011 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

El 25 de Noviembre pasado Carlitos abandonó su capullo y se liberó de esa enfermedad que, en 7 meses, lo maltrató hasta matarlo. Hacía ya unos días que sus hijos y su abnegada mujer lloraban escondidos de él, para que no supiera que su familia sufría esa decrepitud. No debe haber dolor más grande que ver cómo se apaga el brillo de la vida en una persona amada.

Carlitos, mi hermano mayor, murió joven y gozó de una vitalidad envidiable que lo hizo crecer en un mundo de relaciones, y de cierto poder, que supo administrar con extrema bondad y ética, una rara avis en el mundo de la política y los funcionarios de gobierno. No tuvo más enemigo que el cáncer que lo sacó de escena, podemos enumerar las razones de su enfermedad – el cigarrillo, el estrés, cuestiones genéticas, que se yo – pero jamás pueden argumentar el daño enorme que causó a tanta gente su desaparición física, innecesaria e injusta. Las buenas personas no merecen morir.

Tengo una relación extraña con Dios y lo desconozco en este caso, quisiera saber qué proyecto tenía con él que lo arrebató de tantas vidas y nos dejó con el alma desgarrada. Sin embargo es la fe la que puede establecer un contacto con el que se va, y la sensación de abandono se convierte en compañía hasta nuestra propia muerte. Sé que mi hermano estará conmigo más cerca que antes y honraré con mis actos su vida llena de ejemplos, y sin duda creeré más en Dios con el paso del tiempo. Lo que seré será también obra suya y espero no defraudarlo.

Dos cosas. La primera,  un libro de Elisabeth Kübler Ros, que ya compartí en un artículo que escribí en Julio pasado, y un párrafo que me dejó pensando en el mágico contacto onírico que podemos tener con nuestros muertos. La segunda, un video que armé para el programa de TV en el que participo , que muestra esa obra de arte-homenaje llamada Memorabilia del Cementerio El Salvador.  El trabajo audivisual  tiene unos años, pero hay una canción maravillosa  de Víctor Heredia que replico en letras para comprenderla mejor. No deja de emocionarme.

Si tan sólo tuviéramos ojos para ver nos daríamos cuenta de que no estamos nunca solos, sino rodeados de seres que nos guían, que nos aman y nos protegen. Intentan guiarnos y ayudarnos para que permanezcamos en el buen camino con el fin de cumplir nuestro destino. Hay veces, en momentos de gran dolor, de gran sufrimiento, o de gran soledad, en que nuestra percepción aumenta hasta el punto de poder reconocer su presencia. También, podríamos hablarles por la noche antes de dormirnos y pedirles que se muestren a nosotros, y hacerles preguntas conminándoles a darnos las respuestas en los sueños. Los que recuerdan los sueños saben que muchas de nuestras preguntas encuentran allí una respuesta. Elisabeth Kübler Ros

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Nada sé de la muerte 
me interesa la vida, 
aunque a veces me roce 
con su mano tendida 
la parábola extraña 
de una hoja caída. 
Son retazos del tiempo 
que se empeña en su oficio 
de pasar como el viento 
susurrando a mi oído 
que este día infinito 
se desploma marchito. 
Y aunque sea sólo un instante 
de dolor desmedido 
este paso anhelante 
por el mundo y su olvido, 
pasaré como el toro 
con los ojos bravíos. 
No conozco otro modo 
de ganar lo que es mío. 
Porque de esta manera 
soy un hombre más vivo, 
huelo la primavera 
y oigo cantar al río. 
Quiero sólo lo nuestro 
lo que es justo y debido; 
para eso peleo 
para eso he nacido. 
Quiero sólo lo nuestro 
lo que es justo y debido; 
para eso peleo, 
para eso he nacido.

(Nada sé de la muerte, Víctor Heredia)

Me hablarás en mis sueños

Dedicado a la memoria de Carlos Sergio Scabuzzo (1960-2011), mi amado hermano Carlitos.



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