Me han regalado un esclavo

Publicado el 04 abril 2013 por Dolega @blogdedolega

Siento que llegan porque cierran la puerta del jardín  para que no haga falta soldarla nunca más. El Consorte y La Niña entran alegremente en casa. Los veo a través del ventanal que da al porche de la cocina.

-¡Mira lo que traigo!- Dice EL Consorte.

Cada vez que veo una caja de la clase que sea, me pongo de mala leche.

-¡Qué bonito! Cuando estemos debajo del puente, te acordarás de todos los gastos inútiles que has hecho.

-¡Qué va! Esto no me ha costado ni un duro. Lo he sacado con los puntos de la gasolinera.

-¡Qué bonito! Cuando estemos debajo del puente te acordarás de todos los artilugios inútiles que te dieron en la gasolinera.

Saca la caja de la bolsa, saca una cosa de la caja y la tira al suelo.

-¿Se puede saber qué diablos es eso?

-Es un robot aspirador. Lo he recogido esta mañana y lo he puesto a cargar en la oficina…. Mira.

Una especie de disco rojo con unos pequeños cepillos laterales, empieza a correr por el salón esquivando muebles, metiéndose por debajo de las mesas, de las sillas y cogiendo carretera y manta pasillo adelante.

Yo siempre he sido escéptica con este tipo de aparatos, pero voy viendo que va aspirando de manera decente el suelo ¡y solo!

Le pongo un pie enfrente para que se quede quieto un minuto.

-Escucha, de ahora en adelante yo soy tu jefa, tu dueña, tu Dios. Trabajarás cuando yo lo diga y más te vale que no te caigas por las escaleras porque si no te confinaré un mes en el garaje como castigo. Mucho cuidadito con las alfombras que han costado una pasta y no es cuestión de que te las cargues. Las patas de los muebles hay que cuidarlas y no meterles golpes innecesarios…

-Papa, por favor, ve a ver a tu mujer que está hablando con el espirador.- ¿Madre, qué haces?

-Estoy enseñándole las normas de las casa al esclavo que ha traído tu padre. Es que si no dejas las cosas claras desde el principio, luego pasa lo que pasa, hijo.

Me mira con compasión y se va a la cocina.

Yo estoy fascinada con el artilugio que hace su trabajo solito. Es como cuando te pones a mirar el fuego, no puedes desviar la mirada de él.

Por fin decido dejarlo trabajar y me marcho al estudio a seguir con lo mío.

-Madre, la Niña ha secuestrado al esclavo en su cuarto. Mira a ver si logras que lo libere.

Me levanto y voy a su cuarto. Tiene la puerta cerrada a cal y canto. La oigo decir con voz enérgica.

-¡No vayas a la puerta, que todavía te queda trabajo aquí!

Miro al Niño con resignación.

-Chico que quieres que te diga, déjala que le limpie su cuarto.

Mientras vuelvo al estudio, empiezo a escuchar negociaciones acerca del esclavo.

-Madre, que me lo bajo un ratito a mi cuarto.

Yo sigo con lo mío porque tengo todos los días para sacarle partido al artilugio y si consigo que estos mantengan sus habitaciones mínimamente decentes, el esclavo habrá valido la pena.

-Madre, creo que ha muerto.

Siento que me da un vuelco el corazón. Allí está el maldito Niño con el esclavo en las manos, lleno de telarañas, pelusas por todas partes y ha perdido su rojo brillante por un color vino mate.

-¿Pero qué coños le has hecho? ¡No me puedo creer que te lo has cargado!

-¡Ehhh, que yo no le he hecho nada!

Yo solo lo he metido un ratito en mi cuarto y él andaba por allí entre los comics un poco confundido esquivando cosas y de repente se ha metido debajo de la cama y he empezado a oir “aggghhh, cof, cof, aggghhh” y al ratito solo he escuchado “piiiiiiii” y silencio total.

-Como lo hayas roto, te veo repostando gasolina el resto de tu vida en el mismo sitio para traerme otro. En serio, ¡Es que eres la leche!

Esto lo digo mientras le paso un paño húmedo a la carcasa para quitarle toda la porquería que trae de las mazmorras. Le saco el depósito y veo que está lleno de todo el polvo del mundo y sus alrededores. La mopa que trae incorporada, tiene cinco centímetros de polvo pegado y veo que tiene melena. Cuando me fijo más, reparo en que lo que tiene es un matojo de pelos pegados a la mopa.

-¡Pero donde lo has metido!

-Ya te lo he dicho Madre, en mi cuarto…

-Ya, pero es que es un esclavo para uso doméstico y no para ponerlo a limpiar la mina de Chuquicamata. ¡joder!

¡Debajo de tu cama hay rastros de polvo del Big bang! Así que trae acá.

Me pongo a limpiarlo y lo meto cuidadosamente en su caja, la cierro y meto la caja en la bolsa donde venía. Agarro la bolsa y la meto en un armario.

-¿Porqué lo estás escondiendo?- Me dice el Consorte- ¿Es que no quieres que lo encuentren los chicos?

-¡Que va! No lo estoy escondiendo, lo estoy secuestrando. Este como no lo encierre, esta noche se larga calle arriba y se mete en el cuartelillo de la Guardia Civil y nos denuncia por explotación laboral…