Me lo imaginaba

Publicado el 22 febrero 2011 por Enanovicente
En cuanto vi el cartel de venta de su departamento dudé. ¿Realmente Gustavo se iría?

Es difícil culparlo. No sólo es petiso.
Además, no es muy buen mozo
que digamos.


Lo dudé con nostalgia: ¿No más tretas de gnomo resentido? ¿No más narices fruncidas acompañando amenazas de demandas en las reuniones de consorcio? ¿No más hechos inexplicables, rarezas sólo posibles de ser reales a manos de un gnomo oscuro, débil y poco ordenado?
Sin embargo, el aviso era de una inmobiliaria seria y no sólo aparecía colgado del balcón de su departamento, también aparecía en Internet. Además, también vi entrar y salir a los agentes inmobiliarios con todo tipo de candidatos. De manera que parecía cierto, parecía que no había truco: Se vendía el departamento de Gustavo.
Incluso en unos pocos meses al cartelón blanco de venta, se le agregó el chiquito amarillo: "vendido" (vino a ponerlo un hombre con su hijo de 6 años aproximadamente en un Falcon rural viejo viejo, lleno de carteles similares en el baúl). Se vendió entonces. Pensé: No más Gustavo. 
Pero no.
No señoras.
No señores.
Gustavo se mudó acá a dos cuadras. A una casa que le vendió un ruso de barba que veo a veces en el Café de París. 
Es muy difícil irse de este barrio. Ya van a leer.
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