Una cosa buena de pasar la Semana Santa en China es que ni llueve ni hay procesiones. Tengo estos días una visita de España que se congratula de ambas cosas y hace rabiar a sus familiares por teléfono.
Mi visita –la misma que me advirtió de la omnipresencia
de fregonas y otros detalles sobre los que hablaré más adelante– se sorprende
de lo bailones que son los chinos. Esta es una pequeña muestra de lo que te encuentras una mañana cualquiera en un parque céntrico de
Pekín: