Revista Diario
Me pica la garganta
Publicado el 13 octubre 2011 por Anaesther
Me pica la garganta. La saliva desciende como un torrente de agua dulce por mi garganta mientras la inquisidora mirada de la profesora de geología se instaura en mi anodino retrato. ‘Qué visión más espantosa’ parece estar pensando mientras se replantea por qué decidió iniciar su andadura por el tedioso y nada complaciente mundo de la docencia. Tiene los ojos azabaches, cruzados en zigzag por destellos que mi mente dibuja como señales físicas de su inequívoca alma iracunda. Las preguntas continúan cayendo como plomo sobre mi apellido desgastado desde hace ya varios meses. Un monólogo reiterativo al que a los alumnos nos gusta matizar como 'retórico’. Me mira con desprecio mientras se desplaza lentamente de un lado a otro, entre los costados de mi mesa. Pareciera que va a escupir espuma por la boca en cualquier momento, dando lugar al monstruo fantástico que dentro de ella espera, insaciable. Engancha con voracidad uno de mis bolígrafos con esas manos ganchudas, ese garfio arrugado y sexagenario al que le gusta vestirse con guantes de rejilla beige, simulando un redondo de ternera al más puro estilo primera dama reprimida en una sociedad de hace medio siglo que dejó de creer en personas como ella hace demasiados lustros. Repiquetean sus horribles garfios a lo largo del pupitre hasta que de repente, y sin previo aviso, deciden saltar torpes y dudosos hacia la mesa de mi compañero. Hoy ya ha pasado. Ella continúa con su filosofía draconiana mientras nosotros buscamos ese vaivén de los mosquitos invisibles en la mañana que nos despierte de este sueño gris. Es la dura contienda diaria del estudiante sin motivación. Es la búsqueda exasperada del pleito con esa figura autoritaria y amargada que parece no vivir fuera de este manicomio al que llamamos escuela. Mientras, pasan las mañanas lustrosas de otoño. Mientras, me pica la garganta.