Me preguntan que si estoy enamorado
y me sonrío.
Tú has sabido desde siempre
el estado de mi alma,
y recuerdo las preguntas que cruzamos
tantas veces,
los silencios mantenidos en las noche,
las esperas agridulces por motivos
ignorados en un patio abandonado
y una reja tan ajena a mi presencia
que olvidaba que la luna bostezaba
su pereza en la ventana.
Aún recuerdo el sentimiento que nació,
sin darme cuenta,
con tu voz y la dulzura que en el mismo
me dejabas.
Y recuerdo los momentos de cariño
que creó mi fantasía
y la nube en que subimos a la estrella
a dejarla nuestro lazo, en una noche,
con los nombres bien bordados
y una llave que sellaba lo tatuado.
Porque fuimos poesía en un instante,
un momento, simplemente, en el espacio
de dos vidas,
un paréntesis, quizás en tu recuerdo,
y un desierto inacabado que ha quedado
en mis pupilas para siempre.
Yo sé bien que la respuesta, a la pregunta
del comienzo está latente y que sigue
perviviendo en mi costado.
Es la llama de un amor que no se extingue
ni se agota,
es el cáliz rebosante de misterio
que se bebe y que se apura con deleite,
es la senda recorrida por mis dedos
cuando sueñan con tu cuerpo,
es el cuadro imaginario donde vuelco
las pasiones de mi alma.
En tu caso, también sé,
que todo esto, es ya es pasado
y es historia.
Una oscura telaraña que cruzó por
tu destino varias tardes con sus noches,
y que incluso te produjo un sarpullido
con sus versos infantiles.
Era el hombre indefinido que buscaba
en el amor su fantasía
y olvidaba que tu cuerpo y la pasión
estaban cerca
y querías esa muestra de cariño,
esa entrega sin reservas,
y una hermosa sumisión a tus caprichos.
Era frágil mantenerse en aquel rumbo
y por eso se rompieron los proyectos
de tu parte, (si es que hubo, alguna vez,
algún proyecto),
y quedé como un Quijote navegando
a sotavento,
solitario e incomprendido,
con el alma destrozada
y las letras de tu nombre entre mis labios
de payaso.
Hoy rescato aquel recuerdo y me sonrío.
Y lo hago porque sigo enamorado
de aquel ser que cautivó mis emociones,
de aquel cuerpo imaginario que soñé
junto a mi cuerpo,
de unos ojos infantiles que eran voz
y poesía, en sus pupilas,
de unos labios sugerentes que besaban,
como nadie, y dejaban en mis labios
ese néctar agridulce de los
besos esperados.
Si hoy me dicen, y preguntan,
que si estoy enamorado
me sonrío y les respondo "sin palabras".
Rafael Sánchez Ortega ©
25/01/14