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Me quiero

Publicado el 26 abril 2013 por Siempreenmedio @Siempreblog

Perdónenme el titular y este post tan personal. Pero me quiero. Y no es fácil, porque nací con bastantes taras. Para empezar uno de mis riñones no quiso nacer y prefirió fundirse con el otro para constituir un ente mayor. Para seguir, siempre fui una niña torpe, a la que se le caían las cosas de las manos, gordita con gafas, aparatos en los dientes una época, las malditas botas que se pusieron de moda en nuestra generación (no pienso decir cuál es) y, también durante un tiempo por fortuna corto, los hierros de Forrest Gump (aunque sólo para dormir). Ese artilugio también lo padecieron algunos de mis amigos, compañeros de clase y parientes pero aún lo ocultan avergonzados. Como verán fui una joyita. Y lo sigo siendo. Me caigo cada dos por tres con las consecuencias pertinentes para un cuerpo que va entrando en añitos y, la verdad, no tengo una afición que se me dé especialmente bien. Practico yoga más mal que bien, y eso que llevo años, y me encanta leer, lo que no supone ningún talento especial. Pero, pese a todo, me quiero, porque sigue siendo un milagro que cada día huesos, articulaciones, sangre, glóbulos rojos y blancos y demás pringosidades de mi cuerpo funcionen, me lleven a lugares hermosos y me permitan convivir con gente estupenda e ignorar a personas tóxicas. Me quiero porque me sorprende el efecto que puede tener en un desconocido que le dedique unos minutos a su perorata de loco, o la sonrisa de mi madre cuando intento hacerla reír, o el sutil descanso de las arruguitas de expresión de mi marido cuando le doy un beso o un abrazo. Me quiero porque adoro los ojos de mi perro buscándome para que le haga un mimo y porque,  a trancas y barrancas, sigo el ejemplo de mi padre, ese hombre del que heredé debilidades pero también una fortaleza de hierro para enfrentarme a las situaciones de bochorno, los reveses de la vida y las personas de mala fe. Me quiero porque existo y porque trato de ser la mejor versión de mí misma a pesar de las dificultades. Y me duele ver tanto perfecto a mi lado que oculta sus deficiencias, sin darse cuenta de que todos venimos con taras de paquete, sólo que algunos somos todo lo felices que podemos con ellas y otros se empeñan en perseguir la zanahoria de una perfección que es un espejismo.

Y dicho sea de paso adoro Forrest Gump y su banda sonora ni te cuento.

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