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Me resulta difícil. Sí, ya sabes, eso de estar tirado en ...

Publicado el 22 mayo 2020 por Javiermb913

Me resulta difícil.

Sí, ya sabes, eso de estar tirado en la cama en silencio con alguien a quien quieres, acariciarle el cabello y enrollarlo en tus dedos, mirar cómo duerme y sonreír.

La gente lo consigue todo el tiempo, pero a mí me parece orfebrería.

Tú y yo, por ejemplo, coincidimos en el tiempo y el espacio.

Ya ves, qué suerte, que entre todas las épocas y milenios existentes nos encontrásemos, nos mirásemos y decidiéramos probar suerte.

Llámale casualidad o que el universo se pusiera de nuestro lado para construir todos los pasos que nos llevaron allí, como el breve aleteo de una mariposa en Tokio que provoca un huracán devastador en Nueva York.

Una palabra acertada y una sonrisa después, pequeños instantes que conforman el camino a recorrer, la vida que se hace grande y piensas cómo demonios lo hace. Sí, eso de ir juntando personas que a veces ni siquiera tienen que ver.

Tiempo, espacio y el momento adecuado, las tres patas que conforman una historia.

A nosotros nos faltó esta última.

De entre todos los universos posibles tuvimos la suerte de coincidir en el mismo y joder, ni siquiera así. Podría haber sucedido en cualquier otro momento y lo hubiéramos hecho real, cogernos de la mano y mirarnos a los labios, vivir ese momento previo al beso que es aún más especial que el propio beso.

Pero caminamos en paralelo.

Somos esa eterna historia pendiente de la que hablamos, esa que jamás sucederá porque ni siquiera sabemos si nos volveremos a encontrar.

Somos esa historia imposible a pesar de que nos hacíamos felices, a pesar de que parecía que el universo había puesto todas las cartas encima de la mesa.

Normal que me resulte difícil.

¿Cuántas historias se quedarán en el “casi”?

¿Cuántas personas serán felices con la persona equivocada?

¿Cuantas caminarán en paralelo a pesar de que, en otro tiempo estuvieron a punto de chocar?

Muchas, demasiadas, a veces nos conformamos por desidia e intentamos desprendernos de viejas mochilas, esas historias que verdaderamente nos marcaron.

Sin darnos cuenta de que es casi imposible, que te acompañarán siempre, que el universo puso el tiempo y el espacio y aprovechará la mínima oportunidad para recordarte lo idiota que fuiste.


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