Revista Diario

Me siento observada

Publicado el 27 noviembre 2013 por Karmenjt

Estoy leyendo las noticias de un periódico digital cuando el anuncio de la Fnac que figura en la parte derecha de la pantalla me llama la atención. Aparece una figura de zombie con su precio y características, segundos después es sustituida por el último disco de Ariel Rot, tras otro par de segundos aparece la portada de una novela negra, luego una cámara de fotos y vuelta a salir otra figura de zombi. Al principio me extraña que me suenen todos esos productos y cuando mi mente reacciona me doy cuenta que el anuncio se ha personalizado para mi, pues esos artículos forman parte de la última búsqueda que estuve haciendo para comparar precios y prepararme para el próximo saqueo navideño.

Y no sé si alegrarme porque la tecnología tiene esas ventajas, que ya busca entre tus afinidades para ofrecerte productos que te pueden interesar ahorrándote tiempo y esfuerzo, o asustarme porque sin yo quererlo ni saberlo mis búsquedas son codificadas, almacenadas y transmitidas para mostrar mis preferencias de consumo al mejor postor.

En el supermercado me envían ofertas personalizadas junto con el cheque-ahorro, la ventaja es el descuento, a cambio les informo cada vez que paso la tarjeta de cuales son los productos de alimentación que mi familia prefiere comprar en su establecimiento. Lo mismo pasa cada vez que paso la multitud de tarjetas que forman parte de mi colección con la excusa del ahorro por la fidelización (ropa, música, libros, tecnología…). Creo que si mi “amigo invisible” de esta Navidad fuera el Sr. Fnac (por poner un ejemplo) acertaría casi de pleno al ser buen conocedor de mis gustos culturales, al contrario que mis hermanos que se empeñan en sorprenderme año tras año.

Siempre creí que cuando la distopia de Orwell se hiciera realidad la vigilancia sobre nosotros sería más evidente y en un momento dado podríamos oponernos a ella. Pero en la actualidad la única manera que se me ocurre de negarse a ese control es renunciar a la tecnología que tanto nos facilita y ameniza el día a día, ya que somos nosotros muchas veces los que contribuimos a esa vigilancia anónima e interesada registrándonos compulsivamente en multitud de páginas web a la mínima ocasión.

Eso por no hablar de satélites, cámaras de video vigilancia, tarjetas de crédito “inteligentes”, dnis electrónicos, móviles con gps… Vamos que lo que no entiendo es como la gente sigue desapareciendo sin dejar rastro.

Lo que no sé es el tamaño que alcanzará la famosa “nube” cuando nuestros hijos alcancen la mayoría de edad y hayan colgado cincuenta mil fotos en su muro de tuenti o facebook.  Igual explota.

espionaje


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