Hace tiempo que no estoy en forma. Subo cuatro escalones y acabo jadeando, y sin ningún cariz sexual. Me siento foca marina.
Además últimamente cada vez que quedamos las amigas sólo hablan de las nuevas bambas hipergalácticas última tecnología, tejidos ultrasónicos, aplicaciones de móvil que te miden los km, las calorías, la velocidad y hasta la estupidez (¡aix! ¿lo he dicho yo?) mientras corres.
Correr es lo más.
Es in. Es fashion. Te pone en forma, dicen. Es fácil. Y en principio era barato. Pero claro tanto i+d al servicio del deporte más ancestral del mundo. La cosa coge otro cauce.
Además si no costara dinero no creo que molara tanto.
Las cosas si no son carísimas no molan.
En fin que he decidido que voy a ir a correr. Yo también.
Siempre me ha parecido algo aburridísimo. Pero quizás se me escapa algo...
Me hago con unas bambas. No galácticas pero sí de primera. No tenía bambas con cámara de aire y eso es casi como un sacrilegio. Cuentan.
Me descargo la súper aplicación. Me mide mi evolución en cada salida. Lo más.
Me voy al paseo marítimo... y empiezo a correr. Paso de estirar. No creo que en mi primer día haga falta: Serán 10 minutos.
Pasa un eterno minuto.
Se me salen los auriculares de sitio.
Me cruzo con un tiarrón que también corre, el llevara como 40 minutos por la sudada que lleva, me sonríe... pero a esta velocidad y circunstancias a ver quién es la lista que osa pendonear o pedir un número de teléfono... ¡no hay huevos!
3 minutos. ¡Uf, qué aburrido!. Y duro. Yo no sé si llego a los 10minutos.
La canción que suena no me gusta quiero cambiarla.
Busco una pero no la encuentro. Bajo... más... el ritmo.
Por fin. Ya está. Ahora me lanzo.
Me encanta esta canción. Subo el ritmo. Lo doy todo.
Miro el cronómetro, aplicación o súper software que mide lo galáctica que puedo llegar a ser: 5″32′
Me empiezo a aburrir. Me noto cansada. El aire no llega al pulmón. Me noto roja como un tomate. Mi cara va a reventar.
Voy a bajar el ritmo.
Intento despacito.
Las bambas no me ayudan. Me canso igual.
Esto no es divertido.
Pienso en aquel soldado que murió corriendo en tiempos de maricastaña...
esto no debe de ser bueno.
Me noto un pinchazo en el corazón. ¡me asusto!... me va a dar un infarto.
En la plenitud de mi felicidad.
No puedo morir tan joven.
7″43′ decido parar. Camino. La cara me arde.
El corazón me duele y parece que vaya a salir desbocado.
Respiro acaloradamente. Esto no puede ser sano por Dios.
Aburrido no te digo cuánto.
Miro mis bambas... directas al segundamano... o algo tendré que pensar.
La aplicación me dice que he recorrido 550m que he quemado 176kcal y he corrido durante la friolera de 7″43'... ¡¡esta tarde puedo comer chocolate fijo!!
Me cruzo con el tiarrón. Le veo, me ve. Y... miro al suelo. Que no me reconozca que me muero. "Cara tomate, dígame".
Se sonríe a mi paso... ¡será cabrón!.
Va... me voy a tomar el sol.
¿Qué más rico que unos rayitos de sol??
Mañana será otro día.
Al día siguiente solo tenía unas agujetas que no puedo describir.
Me dolía todo el cuerpo. Y yo sin haber estirado. ¡Ya me vale!
Maratoniana
La suelta
p.d. malpensadas las que hayáis dado un sexual significado a mi título... ¿en qué estaréis pensando...?