Revista Literatura

Megapíxeles

Publicado el 19 febrero 2012 por Garlakat @garlakat
Con unacongestión de gametos acelerados en una autopista a mil por hora, desconsolado regreséantes de la media noche de la fiesta y, como un sigiloso lobo entro a mihabitación, rumiando me echo en la cama… siento los retorcijones de un perro encelo. Para intentar liberar la tensión con mi mano preferida sobo mis partes impúdicasmientras rememoro el instante en que bailaba en el retumbar de coloridaspantallas de plasma, ¡bum-bum-bum!,acompañado de ese lindo paraíso de carne que me cautivó. ¡Uyyy, nada de nada!, me fui en blanco, ¡qué mala onda!, sólo medejó la ropa oliendo a cigarro, a queso de pizza, a perfume infantil, a sudorde puticas y con un abusivo dolor entre las piernas. Que ganas le tenía a esaLeticia, ¡pero bueno!, fue un momento engañoso, me ha mandado cachondo para midulce hogar, lo que me queda es enclaustrarme en el baño de mi cuarto, ¡oh!,¡oh!... bueno, se me olvidaba la alternativa tecnológica: “¡Usa los recursos atu disposición!”, siempre me dice la profesora. Golpeo el power y… y… y… ¡esa vainasi está lenta!, será que media ciudad se está pajeando. En ese intervalo de espera que me pareceinfinito, hago lo posible por aplacar mis necesidades; ¡el ejército quieresalir a la fuerza!, ¡esos cabezones no se pelean por regenerarse!, se empeñanen huir, ser libres, me empujan y corren aturdidos… sólo escapar de esaebullición es su más ferviente aspiración. Les ruego una oportunidad paracompensar este desastre de haberlos invitado a la gran parranda y salir conlas tablas en la cabeza. Ellos insisten en emerger por su cuenta, pero lesadvierto de que morirán millares sin llegar a disfrutar el placer ¡No nosimporta un carajo!, estar aquí encerrados es una pesadilla. Responden losingratos. Definitivamente esta rebelión de miles es una guerra psicológica. Sofocoel cuerpo con mis pensamientos, tengo el flujo de testosterona al cien porciento; trago saliva, me suda la frente, me pican las manos, me tiemblan laspiernas, estoy a punto de un colapso, un coma pajillero y… y… ¡arranca coño!...  Ruuuiiiiruuu, ruiii, ruiii… ruiiiruuu, chu, chu,churuiiiooo…: “Al fin”. Clac-clac-clac… aparecen en directo esas bronceadascurvas en high definition, las yemas de mis falanges rebotan imaginándomela ¡paramí solito! “¡Eres un egoísta!”, acota ella en la distancia, pero es que poseeuna hechura muy hermosa: con sabor a mango, a sol caribe, a olor tropical. Clac-clac-clac… “¡No sean curiosos!”, loque le manifiesto es confidencial, exclusivamente entre ella y yo. Ese castañocabello lo enrosco delicadamente en la punta de mis dedos, esos encarnadoslabios son dos espadas fileteando los míos, ¡esos quinqués traviesos!, preñadosde fuego, me invitan a lujuriar… A través del ojo visor, desciende… la pícara, enseñasus cocos henchidos de proteínica leche y mi incendiado mástil, junto a susinflamadas boyas, se aprisionan contra el metálico cierre.Clac-clac-clac… ¡no traten depescar lo que le escribo! No se los den de hacker,ya se los dije, es algo muy íntimo entre este par. El visor recorre sus firmesy dorados muslos, repletos de los diminutos vellos. Mira lo que te tengo, “medice la descarada”; se gira y me enseña los dos hemisferios sebosos…su pomposorulé de voluptuosa definición, me comería su escondido y pestilente hedor comotodo un placer gastronómico. El mástil en plena tormenta está a punto departirse en pedazos desde el tallo hasta el frenillo al no encontrar una salidade emergencia. Clac-clac-clac… Elvisor se mueve violentamente y se sitúa en sus perfectos y blancos dientes paramostrarme en la ironía de quien posee el control de la situación.Clac-clac-clac... Palmo a palmo el visor pasea susprominentes caderas y llega al ombligo para detenerse y dejarme extasiado. Lubrificolas palmas de las manos con saliva, abro la cremallera, le consiento escapar almástil que tiene las violáceas venas hinchadas como un globo y por fin lograrespirar de tal ahogo. Ella desliza el visor perezosamente y muestra el más preciadotesoro de Venus, envuelto en una esponjosa lana negra y al descubrirlo se puededistinguir; jugosita, rosadita, bonita, cerradita y delicada. Imagino su hinchadoclítoris temblar como una gelatina rosada mientras la devoro con fruición, latorturo con los dientes y los hilos de saliva diseñan estalactitas de cavernasen esa región pubiana.  ¡Ya no resistomás!, mi muñeca sacude el mástil en un torbellino de sensaciones, ¡explotó pordentro!, termino rindiéndome como todas las noches y expulso un placerespasmódico en un límpido gemido: “libertad”. Exhausto, sudado, adormilado,hambriento, clac-clac-clac…, me despido de ella a través de la inalámbricaconectividad y me desconecto…Literatura Erótica

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