B es el manojo de alegría que había sido hasta antes de la temporada baja que pasamos.
Que su papá dejara de vivir con nosotros era algo importante para mi bienestar, pero di el paso para hacerlo realidad cuando concluí que la interacción entre su papá y yo era la principal fuente de su malestar. Él y yo fuimos afortunados por haber funcionado como equipo de crianza en la misma casa por bastante tiempo; dejó de funcionar, pero parece que cada cual en su casa volvemos a acoplarnos bien para lo que nos importa.
Tuve mucho miedo de cómo iba a reaccionar ella ante eso. Cuando le empezamos a contar el plan, dejaba claro que no le gustaba. Cuando le anunciamos que tal día su papá se mudaba, lloró con un sentimiento muy profundo. He lamentado muchísimo cuando otras cosas la han lastimado, pero esta vez ella lloraba con mucha, mucha pena, por algo que yo estaba decidiendo que ocurriera y eso fue horrible.
Pero cuando llegó el día, se despidieron con normalidad y todo estuvo bien. Y todo va mejor y mejor. Claro que estamos ocupándonos de que así sea, ella va con la psicóloga, jugamos más, hablamos más, etc. Pero, de verdad, no parece nada afectada porque su papá no viva aquí. Pasa con él tiempo que al parecer le resulta suficiente, la pasa bien con él, la pasa bien conmigo.
Es tan común sentir miedo por cosas que no van a ocurrir y que ese miedo retrase pasos necesarios...
Silvia Parque